Llegó a cumplir su último deseo: ser mamá. Félix nació el 22 de marzo y Sofía Sarkany murió hoy en una clínica de la Florida, en los Estados Unidos. Rodeada del amor de su familia, la hija mayor del zapatero más prodigioso de la Argentina, que heredó su pasión por el arte y el diseño, cerró los ojos una semana después de conocer a su bebé.
Antes de entrar a terapia intensiva, les dijo a sus padres tres palabras que definen su vida: “Fui muy feliz”. Esa fue su despedida.
A los 31 años, la chica de sonrisa eterna había encontrado la manera de iluminar los días más tristes de sus padres, Ricky y Graciela Sarkany, de sus hermanas, Josefina, Clara y Violeta, y de su novio, Tomás Allende. También de amigas adoradas, como la China Suárez, que hace unos meses, para su cumpleaños, la describió como su “ratón favorito, la que no tiene un ápice de maldad, la que siempre está, la que vive colgada de las nubes y me hace doler la panza de la risa…”. Félix fue también su manera de quedarse cerca de la forma en que más la recuerdan quienes mejor la conocieron: por esa risa enorme y contagiosa. Por su alegría infinita.
Sofía había congelado óvulos y, junto a su pareja por más de tres años, Tomás, decidieron ser padres por subrogación de vientre cuando se enteraron de su enfermedad. No esperaban entonces este desenlace: buscaban preservar sus posibilidades de maternidad ante los duros tratamientos que iba a enfrentar la diseñadora. Pero el cáncer no dio tregua: mientras avanzaba, impiadoso, Félix crecía sano en el útero de una madre sustituta y Sofía se ilusionaba con su llegada.
El nacimiento de Félix estaba programado para el 28, pero se adelantó y llegó al mundo seis días antes. Nació en Orlando a las 12.41 del lunes pasado, pesó 3.245 kg y su mamá pudo presenciar el parto vía FaceTime. Junto a su pareja lloraron de emoción. Así Sofi pudo conocer a su bebé, tenerlo en sus brazos, abrazarlo como había soñado. Su misión en la tierra estaba cumplida.