Con la primavera y el aumento de las temperaturas a la vuelta de la esquina, el dengue vuelve a ser tema de conversación pero, sobre todo, de preocupación entre la comunidad y para las autoridades. En agosto Santa Fe lanzó Objetivo Dengue, un programa que incluye estrategias de prevención y concientización, además de vacunación gratuita para un grupo específico de personas jóvenes. Todo eso ocurre con el recuerdo fresco de una temporada récord de casos y mientras se observa con expectativa lo que puede pasar en los próximos meses, los más cálidos y de mayor circulación del vector.
Sin embargo, el mosquito Aedes Aegypti, que transmite ésta y otras enfermedades, no está presente solo en la provincia de Santa Fe ni en nuestro país, sino también en una amplia región que rodea la Argentina desde donde llegan reportes de una epidemia reciente que fue calificada como "explosiva" por las autoridades sanitarias.
Algunos datos figuran en el Boletín Epidemiológico que difundió a comienzos de septiembre el Ministerio de Salud de la Nación. De allí surge otro dato preocupante: las provincias de Formosa y Chaco confirmaron la persistencia de la transmisión de dengue. En la primera, esto ocurre en los departamentos Pilcomayo, Capital, y casos aislados en Patiño y Pilagás; y en Chaco, en los departamentos San Fernando y Mayor Luis Fontana.
Si salimos de los límites del país, tenemos que en Brasil hasta la semana 35 se reportaron 3,5 veces el número de casos que en 2023; en Paraguay, 14 veces más de lo registrado durante el año pasado. En Perú también la cifra fue en alza.
Contexto local
El Litoral dialogó con Analia Chumpitaz, Directora de Promoción y Prevención del Ministerio de Salud de la Provincia, quien ofreció algunas claves del contexto en que se encuentra Santa Fe.
"El dengue registró una tendencia ascendente en los últimos decenios y fundamentalmente en el último año: pasó de tener una endemicidad baja, es decir, que todos los años hay casos, a una hiperendemicidad. Esto significa que hay muchos países en los que todo el año hay casos", explicó.
Además, "hay epidemias recurrentes y muy explosivas. Por ejemplo, la de 2024 tuvo un aumento de casos del 235 % en comparación con el año anterior".
Más de 500 mil casos
En la Argentina pasó algo similar. "Veníamos con una cantidad controlada de casos desde el año 2009, cuando fue el primer brote (los primeros casos se registraron en 1998). Los siguientes fueron en 2015/16, 2019/20, 2022/23 y 2024. Es notable cómo se va acercando un año con respecto al otro, es decir que entre el primer y el segundo brote el período inter epidémico fue muy largo y luego se fue acortando. Desde 2023 a 2024 pasaron dos meses sin casos y de 2024 al próximo brote, que esperemos que sea mucho más adelante, llevamos otros dos".
Con este antecedente, la especialista interpreta que "vamos a un escenario de endemicidad donde cada vez más provincias pueden llegar a tener esta situación y Santa Fe no va a quedar afuera".
Nuestro país registró más de 500 mil casos en el último brote, y en la provincia fueron más de 61 mil: "La cifra se triplicó respecto de 2023 y casi se cuadruplicó en la Argentina en el mismo período".
– ¿Qué es lo que nos están indicando estos datos?
– Hablan de cuestiones que tienen que ver con los modos de vida urbana. Si pensamos en el dengue como enfermedad, lo resolvemos con una indicación médica y biologicista y, en realidad, hay condiciones que tienen que ver con lo social, lo económico, el cambio climático y los modos de vida que favorecen su propagación. Por ejemplo el aumento del consumo de plásticos, que son el 90 % de los sitios que el vector usa de reservorios para colocar sus huevos.
Esto se suma al cambio climático que hace que aumenten las temperaturas y que el Aedes llegue, desde la década del ’80 cuando reingresó a las Américas, cada vez más hacia el sur.
El mosquito está prácticamente instalado en el país y en Santa Fe estamos muy atentos, porque es probable que vayamos a un escenario en el que todo el año vamos a tener Aedes y, por lo tanto, riesgo de dengue.
Esta tropicalización aumenta el riesgo de esta y otras enfermedades transmitidas por la misma especie de mosquito y otros artrópodos. Son las llamadas arbovirosis, y cuando se arman estrategias políticas y sanitarias, el abordaje tiene que ser integral para todas ellas: para dengue, pero también para zika, chikungunya, fiebre amarilla y todas las que transmite el mismo vector.
Por eso es tan importante no bajar los brazos aunque exista una vacuna para el dengue, porque hay otras enfermedades que transmite este mismo vector. Entonces, el 90 % de las acciones tienen que ver con el descacharrado y el control focal.
– Si estamos en una situación complicada y dentro de un contexto regional de aumento de casos y con mosquitos Aedes que llegan cada vez más al sur del país, ¿No sería conveniente una vacunación masiva?
– Desde el punto de vista epidemiológico y sanitario no tendría mucha efectividad, porque la problemática no involucra solo al dengue sino también a zika y chikungunya. Entonces, no estaríamos trabajado sobre el problema real que tiene que ver con el vector y con los modos de vida que facilitan el aumento de su circulación.
En segunda instancia, la vacuna ha demostrado ser eficaz en un 65 % para la morbilidad, o sea que de 10 personas que se enfermen, 4 van a presentar signos y síntomas. Sí es muy eficaz, en un 85 %, ante las formas graves.
Esta es una vacuna a virus vivo atenuado y no se puede colocar en población de más de 65 años de edad, embarazadas y personas inmunodeprimidas. Tiene indicaciones puntuales y es muy eficaz en personas que han tenido dengue porque en la población seropositiva puede prevenir los cuatro serotipos; esto no ocurre en quienes no han tenido la enfermedad: en este caso no van a estar prevenidos de los cuatro serotipos, sino del 1 y 2.
Todo esto hay que decirlo porque, si no, se genera un mito en torno a la vacuna y, en realidad, el 90 % de la prevención del dengue tiene que ver con el descacharrado y la concientización. Y con reconocer los síntomas y signos de alerta que no son la fiebre y los dolores musculares sino el dolor abdominal agudo, vómitos importantes (que pueden llevar a la deshidratación), sangrado (aunque sea de encías) y que la persona esté obnubilada (que no reconozca dónde está ni qué día es). Estas son señales que indican que hay que concurrir de manera urgente a una guardia o llamar a un servicio de emergencia.
Con información de El Litoral