El vagón de Pedro Vittori al 3.500, ubicado en la explanada del Molino Franchino, luce abandonado por el transcurrir del tiempo y los reiterados hechos de vandalismo de los cuales ha sido blanco. La estructura es un símbolo de la ciudad, instalado desde hace más de 30 años en el mismo sitio, cobró protagonismo cuando el local de comida que funcionaba allí se tuvo que trasladar como consecuencia de las obras del Tren Urbano. En ese entonces se reflotó la historia de su restauración y el valor que en su interior se alojaba, desde sus mesas hasta las luminarias, todas de excelente calidad, lucían el esplendor de una época que jamás volvería.
Los años pasaron y el vagón sigue firme, pero su interior reclama que se pongan manos a la obra para evitar el avance de un mayor deterioro. El techo se desprendió, las tulipas de bronce originales ya no están, y los bancos y mesas están cubiertos por polvo.
Se confirmó que los dueños están en tratativas con el área de cultura y educación de la Municipalidad para lograr un acuerdo a través del cual la estructura pasaría a la órbita del municipio para ser utilizada como un dispositivo cultural.
Desde la Municipalidad confirmaron que se está trabajando con las áreas educación y cultura en el proyecto. Primero debe establecerse un mecanismo para que el gobierno de la ciudad se vincule con el espacio. “Nos interesa acompañarlos en la recuperación primero y preservación después para convertirlo en un dispositivo cultural, es una tarea que estamos encarando”, confirmaron desde una de las áreas involucradas en las negociaciones.
El vagón se utilizará como una pieza de museo con acceso al público para que la gente pueda visitarlo y su administración estaría en manos del municipio.