Con la bajante del río Paraná se han visto en los últimos años algunos ejemplares de curiyú, conocida popularmente como anaconda amarilla, en playas y orillas. Esta vez les tocó a dos pescadores que, contra el plan de tener una tarde tranquila, vieron a una este sábado a las 14 entre los pilares oeste del Puente Colgante.
Fuente: Uno Santa Fe
Funcionarios de la Subdirección de Ecología del Ministerio de la Producción, Ciencia y Tecnología de la provincia y especialistas de la Granja La Esmeralda confirmaron que se trata de una curiyú, cuyo nombre científico es Eunectes Notaeus, y que es una boa constrictora de la familia de las anacondas. Destacaron que es una especie vulnerable (antes del 2012 estaba en vías de extinción) y que no se debe matar. No tienden a atacar a seres humanos, salvo por defensa propia, por lo que se recomienda no molestarlas ni acercarse. Se trata de una especie que se encuentra amenazada. Es nativa del centro de Sudamérica y puede alcanzar longitudes de entre 2,5 y 4 metros con un peso que puede superar los 30 kilos.
Su nombre vulgar deriva del guaraní “Curú tijú”, que significa “espuma en la garganta”, y posiblemente se debe a la abundante saliva que se acumula en su boca cuando traga una presa. Tiene una alimentación mayoritariamente carnívora, consume principalmente: peces, anfibios, reptiles (pequeños yacarés), aves (garzas) y mamíferos (coipos y carpinchos) de tamaño mediano. Se encuentra en la cuenca media del río Paraná y el río Paraguay, desde el este de Bolivia y sur de Brasil, a través del Paraguay. En Argentina, se extiende por 120 mil km2, se ubica específicamente en las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, norte de Santa Fe, norte de Entre Ríos y sur de Misiones.
Esta especie en extinción ha sido vista recientemente en playas del río Paraná en Entre Ríos y en Corrientes. En enero del 2020 apareció una en el balneario municipal de Piedras Blancas que causó gran conmoción a los turistas que se encontraban en el lugar.