La conquista de la Copa América ante Brasil en el estadio Maracaná provocó un estallido de júbilo en los fanáticos argentinos que, apenas consumada la victoria de Argentina por 1-0 en la final, salieron a las calles en cada rincón del país, como ocurrió en Santa Fe y con el tradicional Obelisco porteño como epicentro de los festejos.
Minutos después de terminado el partido en Río de Janeiro, por distintos barrios de la ciudad de Santa Fe comenzaron a sonar las bocinas de los autos en señal de procesión hacia el ícono porteño.
El estallido de los festejos se repitió en diferentes puntos del país. En Jujuy, por caso, cientos de hinchas festejaron la conquista de la Copa América enfundados en banderas, camisetas, gorros y todo tipo de atuendo albiceleste, dando el marco a una verdadera fiesta.
Toda esta fiesta se vivió con igual intensidad en las principales ciudades, entre ellas la que está más al norte del país, La Quiaca, donde la gente también se mostró eufórica por el triunfo sobre Brasil y salió de sus casas para festejar la histórica victoria.
En Rosario, mientras tanto, la gente volvió a reunirse alrededor del Monumento a la Bandera, eje tradicional de los festejos.
Como había sucedido el viernes, cuando fue iluminado con los colores argentinos y también sirvió como pantalla para la exhibición de imágenes de Messi, hijo pródigo de la ciudad, el Monumento congregó a los rosarinos en la celebración.
En Bahía Blanca y en Mar del Plata se repitieron las imágenes de emoción y fiesta; y en cada rincón de la Argentina flamearon las lágrimas de Messi y el grito de gol de Di María, con el que el seleccionado argentino cortó una sequía de 28 años sin títulos, en la que había perdido siete finales, cuatro de ellas por la Copa América (2004, 2007, 2015 y 2016).
En Córdoba los festejos se centralizaron entre el patio Olmos y también en la zona de la plaza Vélez Sársfield.
En Santa Cruz, los pobladores de la capital Río Gallegos desafiaron al frío de siete grados bajo cero para salir a festejar, mientras en El Calafate la vicepresidenta Cristina Fernández se encargó de mostrar las caravanas de automóviles que en medio de una nevada recorrían con banderas y bocinazos las calles principales para vivar a la selección nacional.