Ante las inminentes elecciones en Estados Unidos, las proyecciones geopolíticas del Gobierno están lejos de ser dramáticas, pero la expectativa es grande sobre un triunfo del Partido Republicano. El cálculo político en la Casa Rosada es que si gana la candidata demócrata, Kamala Harris, la relación con la Argentina no sufrirá mayores cambios. Pero en caso de que se imponga Donald Trump, en la cúpula libertaria están seguros de que “el país tendría muchísimo para ganar”. Especialmente, en el plano político, pero también comercial y frente a la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el segundo escenario, proyectan que la Argentina podría transformarse en el país referente de EE.UU. en una región copada por liderazgos volcados a la centroizquierda -en Bolivia, México, Brasil, Colombia y, en caso de que gane el Frente Amplio, Uruguay-, donde sólo Paraguay representa la ideología de derecha. No obstante, al estilo bilardista de Milei, nadie se atreve a aventurar un resultado.
El Presidente y el magnate mantienen comunicación directa, principalmente por chat, y desde que asumió Milei compartieron una serie de encuentros de manera presencial, con fotos incluidas. En su entorno aseguran que el empresario lo tiene en alta estima, y recuerdan con satisfacción la reunión anual de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en Maryland, a la asistió Milei en febrero, donde Trump lo mencionó con nombre y apellido durante el discurso que brindó a sus enfervorizados seguidores y lo recibió tras bambalinas. Descuentan que, en caso de que logre asumir la presidencia, Trump lo privilegiaría, por la afinidad de ideas y el vínculo personal que mantienen.
Mientras cruzan los dedos, en la Casa de Gobierno no descartan que Milei viaje a Estados Unidos para saludar a Trump en la eventualidad de que salga victorioso de la contienda con la vicepresidenta de Joseph Biden. Pero, si bien lo ven “muy posible”, ni siquiera sus alfiles más cercanos se atreven a confirmarlo. “Hay que ver cómo se desarrollan las cosas, hay que tener paciencia”, dijeron, con una sonrisa.
Además, analizan las posibilidades en la agenda internacional del Presidente. Milei tiene prevista una visita de su par de Francia, Emmanuel Macron, posiblemente para el 16 de noviembre; dos días después, el 18, viajará a Río de Janeiro para participar del G20; el 19 o el 20 recibirá a la primer ministra de Italia, Georgia Meloni; y, como adelantan en los medios norteamericanos, el conteo de los votos en EE.UU. podría extenderse.
Hay antecedentes de denuncias por fraude, y en un comicio que se espera extremadamente reñido, el resultado podría estar disponible bastante después de la madrugada del miércoles, sobre todo si hay impugnaciones en los llamados swing states. Por caso, más allá de los avatares de la votación en pandemia, en 2020 los resultados se conocieron cuatro días después de los comicios que llevaron al poder a Biden, en parte porque la estrecha competencia en varios distritos clave obligó a un conteo muy meticuloso para asegurar la precisión de los resultados.
Además de esa eventual visita de Milei a EE.UU., el nuevo canciller, Gerardo Werthein, que cumplía funciones como embajador en ese país, adelantó su asunción, que hasta el viernes estaba prevista para después de las elecciones pero se adelantó. La ceremonia de toma de mando será mañana y el el embajador ya está en Buenos Aires preparando los detalles de su desembarco. “Está armando su equipo”, dijeron en el Gobierno ayer. Y adelantaron que posiblemente mañana, lunes, anuncie nuevas desvinculaciones y nombramientos.
En los pasillos del Palacio San Martín reina la reserva y cierto grado de temor por la llegada de Werthein. Todos se cuidan de levantar el perfil, y nadie se siente a salvo mientras corren los rumores. Por caso, cuentan que Werthein tenía una relación tensa con el secretario de Política Económica, Marcelo Zima, que sería desplazado. Y mañana se concretarían las salidas de los subsecretarios de Asuntos Americanos, Mariano Vergara, y de Política Exterior, Marcia Levaggi, que respondían al ex vicecanciller Leopoldo Sahores, que renunció cuando le recortaron funciones tras el nombramiento del secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, hombre de Santiago Caputo que absorbió el área de Derechos Humanos.
Los desplazamientos de esos subsecretarios, de todas formas, ya habían sido decididos por los encargados de monitorear la política exterior desde la Casa Rosada -además de Sotelo, la ahora asesora Úrsula Basset, de confianza de Karina Milei-, que seguirían firmes en sus respectivos lugares.