En el peronismo ejercitan la paciencia. Avanzado el mes de marzo y con datos de inflación que golpean con fuerza en las ambiciones electorales, la falta de definición de Alberto Fernández y Cristina Kirchner mantiene en vilo a la dirigencia. De acuerdo a cómo se muevan ellos, el resto se moverá en consecuencia. Es un enorme ajedrez sin resolución.
La última semana la Vicepresidenta dejó la puerta abierta a una posible candidatura. Empezó a jugar, como ya lo ha hecho otras veces, con el suspenso de su definición. De esa forma mantiene vivo el operativo clamor, que le sirve para acumular poder e influencia de cara al cierre de listas. El kirchnerismo se ilusiona con que se decida a competir por la presidencia. El resto de la coalición, no.
Las últimas encuestas que se analizan en las oficinas peronistas no son alentadoras. Proyectan un escenario extremadamente complejo para retener el control de la Casa Rosada e, incluso, la gobernación de la provincia de Buenos Aires, el punto geográfico clave para el sostén político del ala K de la coalición. Una derrota en suelo bonaerense sería difícil de digerir.
Quizás por eso en La Plata se encendieron las alarmas y molestos por la falta de coordinación con el gobierno nacional en un tema tan sensible como la seguridad, ajustaron una histórica frase de Carlos Salvador Bilardo a la política actual: “Si se la seguimos dando a los de amarillo, vamos a perder”.
Axel Kicillof es, después de Cristina Kirchner, el mejor candidato que tiene el kirchnerismo. El que más mide y el que más fideliza los votos de la Vicepresidenta. Por eso hace tiempo que en el Frente de Todos se especula con la posibilidad de que sea candidato a presidente. El problema es que si diera el salto a la candidatura nacional, pondría en riesgo Buenos Aires. No hay mejor candidato que él para la provincia.
“Axel va a ser lo que el espacio político defina. No hay aventuras personales. No está aferrado a ningún puesto. Si consideran que es la mejor opción para competir en la elección nacional o pelear un posible balotaje, entonces ahí estará”, resaltaron desde el núcleo duro de Kicillof, donde reconocen que trabajan para lograr la reelección. Es el camino lógico.
Sin embargo, saben que sacar al gobernador de la competencia provincial implica un riesgo alto. ¿Cuál? Quedarse sin la nación y sin la provincia. En todos los sectores del peronismo hay plena conciencia que ganar la elección en octubre o, eventualmente, en el balotaje de noviembre, es cada día más difícil. ¿Significa que están entregados? No. Pero si que las condiciones objetivas no son positivas a esta altura del año.
Los encuestadores suelen decir que una foto electoral que se asemeje a la realidad recién se puede lograr a principio de julio, cuando los candidatos ya están definidos y falta poco para las PASO. Los datos actuales sirven para tener referencias del estado de situación y una proyección sobre cómo podría reaccionar la gente. Y también para tomar noción de dónde está parado cada frente respecto a la elección presidencial anterior.
La mayoría de los consultores ven un descenso marcado de la intención de voto del peronismo Un reducción de entre el 30 y 40% en los distritos electorales más importantes del país. Ya nadie mide lo que medía. Nadie es infalible. Incluso, hasta se rompió completamente el concepto de que el peronismo unido es invencible. Ya no alcanza con la unidad de la dirigencia.
El kirchnerismo necesita conservar la provincia y, en gran medida, la estrategia nacional estará ligada a la bonaerense. La necesidad de que Cristina Kirchner esté en algún lugar de la boleta es cada día mayor. Sin ella, según cálculos que hacen algunas consultoras, el Frente de Todos podría perder cerca de 5 puntos, que pueden ser determinantes para pelear la elección.
Sin embargo, su presencia no asegura ningún triunfo. Un importante dirigente social fue muy crudo en la definición sobre una posible candidatura de CFK. “No hay ningún argumento que sostenga su competitividad electoral. No hace falta proscribirla, los números no le dan”, sentenció con una fuerte carga de ironía.
En el peronismo va creciendo la idea de que se lleve adelante una PASO competitiva entre dos modelos. Un representante del kirchnerismo y otro del peronismo tradicional. Esa es la postura que empuja el Presidente, que cree que hay discutirle el poder al sector K y cambiar la conducción del espacio político. La relación entre ambos sectores internos ha sufrido un fuerte desgaste a lo largo de la gestión y es parece imposible que ingrese en un proceso de reconstrucción.
Un claro ejemplo es el que se da en el Senado de la Nación, donde hay quejas permanentes de los legisladores que responden a los gobernadores por el manejo del temario parlamentario. “No podemos definir la agenda legislativa. Todo lo define el kirchnerismo sin ningún tipo de consulta. Parrilli y Di Tulio te dicen los temas que se tratan”, explicó un legislador del bloque oficialista.
Esa lógica de trabajo que le recriminan al sector K es la que llevó a cuatro senadores a romper el bloque del Frente de Todos y sellar una alianza con la cordobesa Alejandra Vigo. La división interna en el oficialismo no se da solo por discrepancias políticas, sino por falta de acuerdos en la gestión diaria. Para ese sector del peronismo es importante que la conducción del espacio se modifique.
Lo que esa terminal de la coalición empuja es que haya unas PASO donde se diriman “las distintas miradas ideológicas”. Uno de los motivos para hacerlo es que ninguno de los liderazgos vigentes es sobre el total del peronismo. CFK lidera al kirchnerismo, pero no al resto de la coalición. Lo mismo sucede con la conducción de Sergio Massa sobre el Frente Renovador. Completamente distinto es de lo Alberto Fernández, que no conduce ningún espacio.
Además, los que plantean esa idea consideran que para que haya un ciclo nuevo es necesario realizar una competencia interna donde las diferencias se diriman por los votos. La voluntad de Cristina Kirchner, a través de su dedo todopoderoso, ya no ordena a la mayoría. Por eso hay quienes creen que el peronismo está ante la posibilidad de un cambio de época, sea cual sea el resultado que se obtenga en los comicios.
Durante la marcha de ayer Máximo Kirchner pareció aceptar el desafío de competir en las PASO cuando dijo: “Si alguien se enoja, vamos a las elecciones y la sociedad define”. Fue un claro mensaje al Presidente. El peronismo se encamina a una interna porque no tiene ningún dirigente capaz de aglutinar a la mayoría del espacio.
“Muchos gobernadores hace más de 10 años que la quieren correr a Cristina y no les da la nafta. No se animan. Después todos terminan atrás de ella”, expresó una funcionaria K, que sigue considerando que la Vicepresidenta es la mejor opción para competir este año. Lo cierto es que los gobernadores no se van a meter en la discusión nacional hasta que no tengan resuelto el resultado en sus provincias.
La mayoría se despegaron de los comicios nacionales para alambrar la elección provincial. Quieren distanciarse de los altos registros de inflación y la interna interminable. Con esa lógica de acción, evitarán jugar políticamente en público, aunque lo hagan en voz baja cuando pisan la Casa Rosada.
Cada cual atiende su juego, pero llegará un momento en que tendrán que intervenir en la escena nacional. Esa instancia será si lo que se pone en juego en las PASO es la conducción del peronismo. Mientras tanto se dedicarán a tratar de retener la conducción del gobierno en sus terruños.
En los últimos días, sobre todo después del 6,6% de inflación, las acciones de la candidatura de Massa cayeron dentro del Frente de Todos. Lo que nadie puede asegurar es si la semana próxima volverán a subir. Es tanto el nivel de incertidumbre que hay que cada dato de la economía real provoca cambios bruscos en la percepción de las candidaturas.
Algunos intendentes ven con cierto desconsuelo el impacto que tuvo la inflación mensual, y acumulada, sobre la proyección electoral del ministro de Economía. Muchos creen que es la mejor opción para enfrentar las elecciones y que ante una eventual competencia con Patricia Bullrich y Javier Milei, podría ser un candidato que gane el centro del electorado.
Un ministro nacional hizo puso paños fríos a las especulaciones permanentes e hizo una consideración sobre el presente de Massa y del Gobierno. “Si Sergio es candidato, es competitivo. Con todo el peronismo detrás va a ser competitivo. Al menos hasta el día de la elección. Después va a haber 11 de un lado y 11 del otro y si ese domingo te gana Milei, nadie lo sabe”, indicó.
El mismo dirigente fue aún más explicito sobre el enorme desafío que tiene el titular del Palacio de Hacienda: “Cualquier expresión electoral que haga al día de hoy, le complica la vida. No le sirve. Él tiene que llegar surfeando la ola del quilombo económico y del quilombo entre Alberto y Cristina”. Es una tarea titánica en un contexto económico extremadamente difícil y delicado.