En estas pascuas de resurrección que celebran los fieles de la Iglesia Católica, el arzobispo de Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy, escribió un saludo para la feligresía, el que fue distribuido en los medios de comunicación.
Este domingo la comunidad cristiana conmemora en la pascua la resurrección de Jesús al tercer día luego de haber sido crucificado. El significado para los fieles es la victoria, la vida eterna y la salvación.
“Para el saludo tomé palabras del Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma, en un pasaje en el que habla de que es tiempo de actuar”, mencionó Fenoy, en diálogo con El Litoral. “Ahí nos está diciendo que la Iglesia necesita tener una actitud pro activa. Si podemos hacer algo, tenemos que hacerlo. Pero antes de actuar debemos detenernos y contemplar la realidad y evaluar desde dónde lo hacemos y dirigido a quién. No es detenerse para ser indiferente o buscando el propio beneficio, sino para arrancar con más fuerza hacia una actitud de servicio”.
“Sueño con una Iglesia totalmente volcada al servicio, en sintonía con lo que el Papa Francisco propone”, dijo Fenoy. “El detenerse y contemplar a Dios no es un espiritualismo, sino que es también detenernos ante un hermano herido, para ver qué puedo hacer y lo hago”.
“Por supuesto que acá está en juego siempre la imagen que tenemos de la Iglesia. Cada vez que se publica una entrevista aparecen luego los comentarios que dicen que la Iglesia es poder y privilegio; que la Iglesia es la que tiene y los pobres no tienen”, confesó Fenoy, y dijo que está “un poco cansado de esto, porque no es la Iglesia que yo encuentro en la calle. Cuando voy a las parroquias me encuentro con un pueblo sencillo”.
“La Iglesia es pobre, no quizá en sus edificios, pero sus miembros son pobres. Es gente muy sencilla y buena. Esa es una fuerza de bien que está sosteniendo al mundo”, agregó luego el arzobispo. “Es un poco injusto cuando se la presenta como una señora oronda llena de joyas. No es verdad. No es la Iglesia que yo encuentro ni la que queremos ser en Santa Fe. Nuestras comunidades son sencillas y tienen sus problemas, como todos. Es gente trabajadora que trata de promover al otro a través de Cáritas o de la atención de los enfermos y las personas con adicciones. Hay mucha gente que no se ve pero que está en ese voluntariado”.
“Por eso me parece que somos injustos cuando pensamos que la Iglesia tiene un poder que quizá lo tuvo en otro tiempo pero del que ahora se quiere despojar”, dijo Fenoy. “Entonces el detenerse es eso: entrar en un proceso de conversión y cambio ante la realidad”, dijo el arzobispo, “para compartir lo que se tiene y vivir en austeridad”.
“Y el que no cree pero tiene buena voluntad también tiene que tener ese ejercicio de bondad con los demás. Por ello también debe detenerse y pensar a quién puede ayudar”, dijo Fenoy, y utilizó la frase de Mafalda (Quino): “Paren el mundo que me quiero bajar”, es “un poco eso”.
Sobre el final de la entrevista, el arzobispo hizo referencia a “las personas más necesitadas, que están muy ajustadas y tienen sus necesidades básicas insatisfechas. Todo lo que está a nuestro alcance lo estamos haciendo por ellos, como podemos -dijo-. No somos los únicos que ayudan. Es la sociedad la que ayuda, tratando de acompañar a los que menos tienen, como lo hizo Jesús hasta sus últimos días; y abrió la vida a una esperanza de trascendencia”.
A continuación, el saludo completo del arzobispo Fenoy:
“Cuando tenemos algo importante que hacer, como es tomar una decisión y estamos muy apurados -situación que en la vida moderna suele pasar muchas veces- es bueno decir “voy a frenar un poco, voy a pensarlo”; tomarse una pausa, antes de actuar, para ver mejor qué es lo que tengo que hacer y no equivocarme.
Estos días de la Semana Santa, son una pausa que el Señor nos regala todos los años.
A nosotros, creyentes, para darnos tiempo de ponernos delante del Señor Jesús, delante de su pasión y de su resurrección. Cada uno, según las circunstancias que le está tocando vivir, puede elegir el momento, lo que le diga más a su corazón: la Cena, la traición, el Huerto, los ultrajes, la Cruz, la soledad, la presencia de la Madre, el Hijo muerto en brazos de su Madre, el sepulcro vacío, la piedra rota, etc. Tiempo para ponernos “junto a Él”, delante de su palabra y de sus gestos.
Tiempo sagrado para detenernos también, como seguidores de Jesús que somos, frente al hermano herido, como lo hizo el buen samaritano.
Estos días son, entonces, una pausa para tomar conciencia de la presencia del Señor, y para “tocar” la carne del hermano necesitado.
Y para quienes no creen, pero tienen buena voluntad, es un momento para estar delante de su propia conciencia y preguntarse cómo está viviendo, que situaciones lo cuestionan e interrogan, qué es lo que podemos hacer para que no falte la necesaria bondad en nuestros distintos contextos.
No estamos viviendo tiempos fáciles, hay que tomar decisiones, y al elegir los caminos que tenemos que seguir no podemos equivocarnos.
Les deseo que pueden aprovechar “estos días de pausa”. Que aprendamos a desacelerarnos para estar en presencia de Dios, de los demás, y de nuestra propia vida, para ver las cosas con nueva intensidad, y con nueva energía seguir caminando, seguir luchando, seguir creyendo.
¡Muy feliz Pascua de Resurrección!”
Fuente: El Litoral