La crisis climática impacta de manera directa a nivel global y local. Atravesamos un contexto político de fragmentación. Complejo desde lo simbólico, pero también desde lo pragmático. En el presente, muchas veces se piensa a los jóvenes alejados de la política y, sin embargo, todos somos testigos del aumento significativo de las demandas ambientales. Demandas ambientales que son motorizadas principalmente por los jóvenes. Nuevos paradigmas. Desafiantes para lo académico, lo productivo, lo gubernamental, lo estatal.
Lo ambiental es disruptivo, porque no habla sólo de problemáticas climáticas, sino que también habla de las estructuras sociales, políticas y, fundamentalmente, económicas. Expone desigualdades, diferencias, injusticias.
Los sucesos ambientales toman protagonismo en la agenda pública de comunicación de forma creciente y la temática se posiciona como el debate central de esta década. Los sucesos coyunturales climáticos lo potencian como tal. Ante ese panorama, está claro que el camino es largo.
Adaptarse al cambio climático implica desarrollar políticas públicas que incorporen perspectivas de triple impacto vinculadas a la protección de nuestra biodiversidad y al desarrollo de infraestructura que garanticen servicios básicos esenciales a poblaciones vulnerables como por ejemplo, la construcción de acueductos en diferentes puntos de la provincia que venimos llevando adelante. Otra política pública fundamental es la transición energética. Pero sobre todo, se necesita compromiso social y político.
Desde la gestión de Omar Perotti nos propusimos avanzar en hechos concretos y fundamentalmente objetivos posibles. Quisimos sentar las bases. Por eso creamos un ministerio de Ambiente y Cambio Climático, sancionamos una ley de Acción Climática y somos la primera provincia de Argentina en lograr una normativa de estas características.
Generamos espacios de toma de decisiones y lo nutrimos de jóvenes profesionales, con capacidad de decisión, de gestión, de hacer. Su entusiasmo y su compromiso nos permitirán avanzar hacia los desafíos estructurales que tenemos que dar. Planteamos metas a largo plazo, pero marcando un rumbo en el presente. La acción climática nos interpela y nos provoca a ir por más.