Una noticia que sorprendió al mundo del rock. El célebre baterista de los Rolling Stones, Charlie Watts, murió este martes a la edad de 80 años, según ha dado a conocer su agente de prensa y que publicaron varios medios británicos.
Semanas atrás, la banda británica comunicó que Watts no podría acompañar a los integrantes del grupo en la gira que debe comenzar este mismo mes de septiembre. Tuvo que tomarse un descanso para recuperarse de un problema de salud.
Ver esta publicación en Instagram
“Con gran tristeza anunciamos la muerte de nuestro querido Charlie Watts”, afirmó su agente en un comunicado. “Falleció tranquilamente en un hospital de Londres hoy mismo, rodeado de su familia”, añadió.
Si Keith Richards siempre fue señalado como el alma de los Rolling Stones, Charlie Watts fue el corazón. A lo largo de casi 60 años se convirtió en el nervio motor que mantuvo a la banda a tempo, aunó posiciones cuando los dos líderes se odiaron y aportó una musicalidad inédita a las canciones de la banda de rock más grande de todos los tiempos.
Watts siempre fue el Stone más reservado, el que menos habló con la prensa y -también- uno de los jefes dentro de las giras y los estudios. Fueron Richards, Mick Jagger y Brian Jones quienes vieron su enorme potencial tocando para la Blues Incorporated de Alexis Korner y decidieron que debían contar con sus servicios para potenciar su incipiente grupo de covers bluseros.
El baterista, un estudiante universitario de arte fanático del jazz, se unió bajo la premisa de un cobro y nunca más abandonó su posición. “Él me permite volar en el escenario”, dijo Richards hace un par de años sobre sus virtudes para dotar a la banda de la base necesaria para que el tándem guitarrero pueda jugar sobre las canciones.
La gran característica detrás de su estilo es su capacidad para hacerse escuchar entre el ruido. Watts no necesita la espectacularidad de algunos de sus contemporáneos -John Bonham, Keith Moon- para resonar y otorgarle un timbre especial a las canciones.
Reservado sobre su vida personal, estaba casado desde 1964, pasó por sus momentos de oscuridad -como todos los miembros de la banda- a mediados de los ‘80, por su adicción a la heroína y al alcohol. “Pasé por una crisis de la mediana edad”, dijo después.
Sobrio desde hace años, vivió el último tiempo en una granja en las afueras de Londres, junto a su esposa, donde despuntó el vicio de criar caballos árabes, una de las razones por las que no le gustaba salir demasiado de gira y estar mucho tiempo alejado de su casa.