A dos semanas de que el Gobierno diera por finalizada la “fase 1″ del programa económico y presentado, con pocos detalles, de qué se trata la etapa nueva, el equipo económico comienza a mostrar algunas de las cartas con las que se jugará durante el segundo semestre, que parece estar marcado por distintos elementos, como la respuesta a si la recuperación respecto del año previo comenzará y a qué velocidad, si el plan económico puede perforar el 4,2% de inflación mensual de mayo a través del nuevo esquema monetario, y preparar el terreno para una salida del cepo más avanzado el año, posiblemente de la mano de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que traiga financiamiento adicional.
Son algunas de las cuestiones sobre las que viene machacando el presidente Javier Milei y que los funcionarios del equipo económico empezaron a explicar en reuniones con bancos y empresarios de distintos sectores de la economía real. La línea que comenzó a bajar desde el Palacio de Hacienda es que la economía tiene que moverse hacia una “convergencia” entre el 2% mensual al que se actualiza el dólar oficial y la inflación mensual, para luego desacelerar aún más.
Milei aseguró en la Bolsa de Comercio que el Gobierno ya tildó como cumplida una de las precondiciones para levantar el cepo cambiario -el fin de los pasivos remunerados del Banco Central-, que tiene en la mira una segunda con la negociación por los puts de los bonos del Tesoro y que la inflación y el ritmo de la devaluación deberán converger lo más cerca del cero para tener el terreno preparado.
En el sector bancario aseguran que esas negociaciones marchan a una velocidad más lenta de lo que explicitó el Presidente.
Aunque no fue mencionado por el jefe de Estado, resta otro elemento para despejar en la ecuación: contar con la cantidad de reservas en el BCRA suficiente para soportar la salida de los controles cambiarios y la eventual demanda de dólares que pueda sobrevenir.
Javier Milei suele hacer más hincapié en el frente de los “pesos” que obstaculizan el fin del cepo antes que la necesidad de divisas en las arcas internacionales. En los despachos oficiales aseguran que esa es otra condición que el BCRA deberá tener afinada antes de ejecutar el fin del cepo. Los avances de la negociación con el Fondo Monetario Internacional para contar con financiamiento adicional sería una vía posible para conseguirlo.
El Presidente aseguró que la segunda etapa del programa es la emisión cero y se refirió a la salida de los controles cambiarios. “Vamos a salir del cepo, y siempre lo dijimos. ¿Había que alcanzar el equilibrio fiscal? Adentro. ¿Terminar con los remunerados? Adentro. ¿Los puts? Los tenemos jaque mate. Lo otro que necesitamos es la convergencia de la tasa de inflación con la de devaluación”, explicó.
Sobre ese tema, la consultora 1816 planteó que “el tema es qué pasa si el IPC no perfora el 4% pronto (tanto el REM como el mercado de bonos esperan que haya un ‘piso’ en ese nivel). Insistimos: el recorte de 10 puntos porcentuales del Impuesto PAIS es un momento clave, en el que el Gobierno podrá definir si ratificar estrategia actual (bajando el tipo de cambio importador) o achicar la brecha entre el contado con liquidación y el oficial. Mantenemos escenario base de que el cepo se levanta en 2024, dado que en 2025 hay elecciones (nosotros suponemos que salir del cepo implica salto cambiario y, por ende, aceleración de inflación) y que en diciembre vence el impuesto PAIS”.
Y respecto a los puts, una negociación que todavía está abierta, la misma consultora, una de las más escuchadas en el mercado financiero, analizó dos salidas posibles. En primer lugar, “que el Gobierno recompre solo las opciones, con los bonos largos quedando en la cartera de los bancos (el problema es que el sistema seguramente sea renuente a aceptar esa operación de forma voluntaria dado el descalce de plazos y la falta de liquidez)”, adviertieron.
En segundo lugar, “que el Gobierno ofrezca un canje de bonos largos con puts por títulos cortos sin puts, suponiendo que con un mercado de soberanos en Pesos más normalizado que hace unos meses los bancos sí estarían dispuestos a llevar en sus balances letras cortas con mayor liquidez y profundidad de mercado que los actuales Boncer 2026 y 2027″, analizó.
Un problema de esta variante sería que iría a contramano del canje que hizo Finanzas en marzo en que extendió el vencimiento de los bonos.
El asesor financiero Federico Domínguez hizo su interpretación de la nueva dirección a la que busca encarar el equipo económico. “Cuando la inflación sea a la misma tasa o por debajo del crawling peg, se abre la posibilidad de que el gobierno busque ir hacia una convertibilidad como antesala de una futura dolarización”, mencionó.
“Argentina es bimonetaria. Nos medimos en pesos y en dólares, por lo que el ancla nominal de tipo de cambio tiene que ser sólida. La convergencia inflacionaria, el superávit fiscal, el cuasi fiscal cero y la eliminación de los puts del BCRA son las condiciones no solo para salir del cepo, sino también para fijar un ancla nominal sólida. Dólares del FMI y multilaterales acelerarían el proceso”, destacó Domínguez.
Una parte final de la fase 2 económica, con menos urgencia -el ministro Luis Caputo aseguró que podría estar listo a fin de año- es el de un nuevo acuerdo con el FMI.
Por lo pronto, el Gobierno espera poder acordar en las próximas semanas con el Fondo Monetario Internacional un marco general para avanzar con un desarme del cepo cambiario, aún sin fechas precisas, en un trabajo entre Buenos Aires y Washington que se extendería hasta fin de este mes.
El Gobierno le hizo saber al staff que no habrá tiempos puntuales para efectuar una medida de esa naturaleza, aunque sí la discusión está basada en establecer “parámetros” objetivos para identificar si el terreno está preparado para salir del cepo. Aparecen entre esas métricas a evaluar algunos como cuál es la relación entre la deuda en pesos a corto plazo y el nivel de reservas internacionales en el Banco Central.
El apretón monetario que ejecutará el Banco Central al cerrar la canilla de emisión de pesos para el pago de intereses de sus pasivos remunerados prepararía el terreno, según la visión oficial, para una desaceleración mayor del ritmo de precios, por debajo de aquel 4,2% mensual que marcó mayo. Ese sería, así, el principal efecto sobre la macroeconomía que tendrá el esquema nuevo de eliminación de los pasivos remunerados del Central, que serán reemplazados por una Letra fiscal de liquidez a cargo del Ministerio de Economía.
Un equilibrio que el BCRA dice tener en cuenta es el de no provocar un ahogamiento monetario tal que interrumpa cualquier indicio de recuperación de la actividad económica, justo cuando algunos sectores de la producción empiezan a identificar que el piso de la recesión ya sucedió y aguardan por señales más claras de un rebote sostenido, no sólo intermensual, sino en el cotejo con el nivel del año previo.