En Casa de Gobierno se empiezan a tejer conjeturas sobre la posibilidad de que el Pacto de Mayo, bajo la actual coyuntura y los acontecimientos por venir, se convierta en un objetivo inalcanzable. En rigor de verdad, no faltan los operadores gubernamentales que dejan circular la versión de la que se hace eco gran parte de la oposición: “Es una excusa para ganar tiempo”. La teoría se basa en la concreción de mejoras económicas en el mediano plazo que empoderen al Gobierno contra ese adversario tan heterogéneo al que denominan “la casta”.
Aunque la minoría oficialista en el Parlamento ya haya producido la caída de la Ley Bases en la Cámara baja y el rechazo del DNU desregulador en el Senado, el entorno presidencial asegura en off, “vamos a ganar en Diputados”.
El viernes último empezaron a llegar a la sede del Poder Ejecutivo legisladores del PRO y de la UCR. El jefe de la bancada macrista, Cristian Ritondo, desligó a la vicepresidenta Victoria Villarruel de la derrota libertaria del jueves en el Congreso. “No se equivocó, sino que no tenía otra salida”, manifestó al salir de una reunión con Guillermo Francos que compartió con sus compañeros de bloque. El ex ministro de Seguridad de María Eugenia Vidal depositó sus esperanzas con respecto al tratamiento que tendrá la iniciativa mileísta en el recinto que preside Martín Menem. "El contexto en Diputados es distinto al del Senado", sentenció.
La ecuación que impone Javier Milei -y sus laderos recitan con los micrófonos apagados- es “sin DNU y Ley Bases, no hay Pacto de Mayo”. De todos modos, los negociadores gubernamentales continúan la tarea de tender puentes con los gobernadores, quienes ya tienen en mano el borrador del proyecto simplificado que estudian con recelo. Las emergencias y facultades delegadas siguen siendo miradas con desconfianza. Lo mismo ocurre con el paquete fiscal. “Si no nos reasignan fondos discrecionales y subsidios para el transporte y el incentivo docente ¿qué vamos a negociar?”, plantea uno de los mandatarios provinciales dispuesto a convenir una salida a los dilemas, “siempre y cuando no se insista con las imposiciones”, sostuvo.
El retorno de la cuarta categoría que derogó Sergio Massa en pos de su campaña, es un alivio para ellos, pero “no alcanza”, plantean los caciques regionales aferrados a la única herramienta de presión que tienen a la mano, sus legisladores. Desde el núcleo duro del mileísmo afirman que “hay sectores del peronismo que van a impedir todo, sea bueno o malo, y lo que nos queda es exponerlos, por ese camino vamos y no dudamos en concretarlo”, insisten con el frenesí de los posteos presidenciales a flor de piel, y con encuestas en la mano que les indican que la imagen de su jefe, no sólo se mantiene, sino que crece pese a ajuste.
Un discurso anticasta que el jefe de Estado potencia en las entrevistas que concede y que complica la labor negociadora de Francos y Nicolás Posse, el jefe de Gabinete que empieza a sentir la presión parlamentaria opositora, que le exige que cumpla con la Constitución y vaya a dar su informe de gestión cuanto antes. A poco más de 15 días de iniciadas las sesiones ordinarias el ministro coordinador aún tiene margen para dilatar ese “trámite”, como lo denominan en Casa Rosada.
El macrismo ya adelantó que volverá a dar su apoyo al DNU en la etapa definitoria que se viene en la Cámara baja, aunque reconocen que no saben qué harán los espacios dialoguistas, que como el radicalismo, se encuentran inmersos en internas de resultado incierto. Esos votos son fundamentales para sostener la vigencia del decreto y “los Lousteau de la vida”, dice un dirigente de LLA, “siempre anteponen sus intereses particulares a los de la gente”.
El vocero Manuel Adorni le respondió en conferencia de prensa a El Litoral que si se consumara la hipótesis de bloqueo al paquete de desregulaciones hay “plan B y plan C”, aunque no dio detalle alguno sobre ellos, excusado en el factor estratégico que maneja Milei para tomar ese tipo de decisiones políticas. “Tenemos cero grado de improvisación”, subrayó, sin evitar advertir a los antagonistas del poder central: "Preferimos el acuerdo, pero estamos dispuestos a la confrontación también". Una intimidación que exacerbó los ánimos en las filas de un kirchnerismo que deposita sus esperanzas, más que en los fracasos legislativos, en el naufragio del plan económico del gobierno libertario.
Con información de El Litoral