Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco entregó su tradicional mensaje de Navidad este miércoles, previo a impartir la bendición Urbi et Orbi. Ante una multitud de cerca de 30 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre llamó a la paz en las regiones más afectadas por conflictos bélicos.
"Que callen las armas", fue el clamor central del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, al exhortar a los pueblos y naciones del mundo a "superar las divisiones" y a hacerse “peregrinos de esperanza”.
Su mensaje adquirió especial relevancia al enmarcarse en el inicio del Jubileo Ordinario de 2025, celebración de gracia que se realiza cada 25 años, y que esta vez se extenderá hasta el 6 de enero de 2026. (En la arquidiócesis santafesina tendrá lugar el próximo domingo 29 de diciembre, a las 10, con la procesión desde el Convento y hasta la Iglesia Catedral).
El Papa inauguró el Jubileo en la víspera de Navidad con el rito de la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, un gesto cargado de simbolismo que representa la salvación y la reconciliación. “Jesús es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto en medio del mundo para que todos podamos volver a Él”, dijo Francisco.
Asimismo, insistió en que cruzar la Puerta Santa “requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz".
“En esta Navidad, inicio del Año jubilar, invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones”, proclamó ante los fieles.
Clamor por la paz
En su oración, Francisco dedicó palabras especialmente a las regiones azotadas por la guerra, manifestándose particularmente preocupado por la situación en Medio Oriente y Ucrania.
En Ucrania, donde el conflicto continúa devastando vidas y territorios, el Papa pidió: “Que callen las armas en la martirizada Ucrania. Que se tenga la audacia de abrir la puerta a las negociaciones y al diálogo para llegar a una paz justa y duradera”.
También se refirió al Medio Oriente, señalando la difícil situación en Israel, Palestina y Gaza, donde enfatizó la crisis humanitaria. “Con los ojos fijos en la cuna de Belén, dirijo mi pensamiento a las comunidades cristianas de Israel y Palestina, en particular a Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. Que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se ayude a la población extenuada por el hambre y la guerra”.
El Santo Padre también extendió su oración al Líbano y Siria, pidiendo que "se abran las puertas del diálogo y de la paz en toda la región, lacerada por el conflicto". Y recordó al pueblo de Libia, alentando la búsqueda de reconciliación nacional.
En un llamado global, incluyó a Myanmar, donde los enfrentamientos armados han provocado desplazamientos masivos, pidiendo "consuelo para sus habitantes".
Del mismo modo, pidió por países de África afectados por conflictos armados y lo que denominó como "la plaga del terrorismo", como la República Democrática del Congo, Burkina Faso, Malí, Níger, Mozambique y Sudán. “Que el Hijo del Altísimo sostenga el compromiso de la comunidad internacional para favorecer el acceso de la población civil a las ayudas humanitarias y promover negociaciones por un alto el fuego”, expresó.
Llamado a la reconciliación
El Papa también dedicó un momento a la situación en América Latina, pidiendo por la armonía social y el bien común en la región. Dirigiéndose particularmente a países como Haití, Venezuela, Colombia y Nicaragua, instó a superar las divisiones políticas y a trabajar por la dignidad de cada persona.
"Que el Niño Jesús inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano, con el fin de encontrar lo antes posible soluciones eficaces en la verdad y la justicia, para promover la armonía social", dijo, pidiendo "que se trabaje, durante este Año jubilar, para edificar el bien común y redescubrir la dignidad de cada persona, superando las divisiones políticas".
Además, reiteró un pedido clave que ya había manifestado en Nochebuena: el perdón de las deudas de los países más pobres. “Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas que gravan sobre los países más pobres”, enfatizó el Pontífice.
Y enfatizó en que "cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios, que nació en la fría oscuridad de la noche, perdona todas nuestras ofensas. Jesús ha venido a curarnos y perdonarnos. Que cada uno, peregrino de esperanza, vayamos a su encuentro".