Este lunes por la noche se realizó una reunión de comisión directiva donde se analizaron diferentes opciones. Por un lado, el costo que demandaría la interrupción del contrato del técnico y, por otro, la relación rota con Roberto Battión y Esteban Amut. El quiebre se suscitó a poco de cerrarse el libro de pases, con la venta de Juan Carlos Portillo a Talleres. El conductor charrúa solicitó un reemplazo que la secretaría vio con buenos ojos por la erogación.
Ahí comenzaron los chispazos y deparó en que se rompiera el diálogo. Después de más de un mes sin hablar, Gustavo Munúa hizo referencia a por qué se demoraba la firma de su renovación, pero evitó referirse a este cortocircuito. Claro indicio que algo fuerte pasó.
Indefectiblemente, si los resultados positivos no llegan alguna secuela iba a quedar. Fue así como, en las informaciones preliminares, la dirigencia fue quien decidió dar por terminado el ciclo del grupo de trabajo encabezado por Battión, que tuvo un comienzo con buenas decisiones, pero que a partir de la segunda mitad de 2022 la cosa ya comenzó a decaer.
Si bien es cierto que en el fútbol siempre se habla de apostar a los proyectos, lo concreto es que siempre depende de si la pelota entrar o pega en el palo. En este sentido, el movimiento de la dirigencia es ir por la base y no por el técnico, que no quiere tirar la toalla todavía, porque cree que puede enderezar el rumbo.
Con información de Radio Gol y UNO Santa Fe