"Todavía no puedo creer el lugar en el que estuve”, reconoce. Diego González vive su sueño, ese que arrancó a los 13 años, cuando dejó su barrio, Villa Río Negro, de Resistencia, para irse a vivir solo a la pensión de Unión.
Con tan solo 19 pirulitos, Chaco -como lo apodaron los pibes del club- firmó su primer contrato a fines de mayo, y días después fue sparring de la Selección que dio la vuelta en la Finalissima. En un abrir y cerrar de ojos, aunque con llantos en el medio, el arquero pasó de la Liga Chaqueña a entrenar con Messi y compañía.
“Fue una experiencia inolvidable, me va a quedar para toda la vida”. Y ahora sueña con el Mundial, aunque antes quiere cumplir otro objetivo: debutar en Primera en el Tatengue.
-¿Cómo fue estar con los campeones de América?
-Increíble. El clima era hermoso, un grupo muy unido, era increíble verlos entrenar. Los primeros días vivía con nervios, con miedo, imaginate de un día para el otro pasar a estar con esos fenómenos, pero me aceptaron rápido dentro del grupo, son todos muy buena onda.
-¿Son tan jodones cómo se ve en las redes?
-Y… normal, como en todo plantel, está el que más jode y el más tranquilo, pero sí la mayoría son cargosos, ¡ja! Yo entro entre los tranquilos en ese plantel, los tímidos. Siendo joven y nuevo, no me conocía nadie, pero bueno me fui sumando al grupo y con los días me fui soltando.
-¿Cómo fue el momento en el que te enteraste que ibas?
-Yo estaba en la pensión y me llega un audio del entrenador de arqueros de la sub 20. Cuando empiezo a escuchar no lo podía creer, no entendía qué pasaba, no sabía qué responder. Estaba muy feliz, con ganas de llorar, le mandé a mi familia y no entendían nada, mi vieja me llamó y estaban todos super felices. Fue una experiencia inolvidable, me va a quedar para toda la vida.
-¿Y cómo fue tu adaptación al grupo?
-Los primeros días no te largaba una palabra, estaba re tímido, muy tenso. Tenía miedo de que me pregunten algo y responder mal. Pero con los días me fui soltando, me miraban como uno más, me dieron confianza para estar con ellos, para hablar, si tomaban mate me invitaban, y los arqueros también me unieron muy rápido.
-¿Pudiste compartir cancha con ellos?
-Poco, había días que no hacía mucho y otros sí me metían en los trabajos. Quizás al final de las prácticas se ponían a patear y si los arqueros estaban cansados me ponían a mí y trataba de aprovechar a muerte, dejaba la vida en cada pelota, sabés cómo me tiraba, aunque la pelota se vaya lejos del arco, ja. Y si no los miraba, ya verlos entrenar era increible, traté de aprovechar todos los momentos y siento que aprendí muchísimo.
-¿Y llegaste a agarrar alguna?
-Siendo sincero, me habré comido más de las que atajé, ¡ja! Y qué querés, con esos monstruos pateando… igual, alguna agarré. Lo disfruté mucho, hasta los goles.
-¿Y hablaste con los arqueros? ¿Te dieron algún consejo?
-Sí, alguno me dieron, hice muy buena relación con los cuatro, son con los que más hablaba, en la mesa me sentaba con ellos. Tener una foto con esos fenómenos es algo increíble, todavía no puedo creer el lugar en el que estuve.
-Hablando de fotos, te sacaste una tremenda con Messi…
-No me animaba a pedirle, no lo queria joder. Pero después del partido con Italia lo vi ahí parado y dije: ”Es ahora o nunca”. ¡Una semana estuve para pedirle! Y el último día, antes de jugar con Estonia, le volví a pedir. Minimo dos tenía que tener, había que aprovechar… ¡mirá si no vuelvo más!
-¿Y qué hiciste con la foto?
-Directo a un cuadrito en la pieza, olvidate. La de los arqueros también.
-Para conocerte un poco más, ¿cómo fueron tus inicios en el fútbol y cómo llegaste a Unión?
-Arranqué a jugar a los seis años en el club Deportivo Luján, de mi barrio, Villa Río Negro. Cuando tenía 13, fuimos a un torneo en La Perla Del Oeste (Santa Fe) y ahí me vieron los veedores de Unió. Un mes después me llamaron para ir, hice la prueba y quedé, asi que me instalé en la pensión. Me costó mucho adaptarme porque no había entrenador de arqueros; yo abajo de los palos me defendía, pero en cuanto al entrenamiento y la técnica mucho no entendía. En el club hay mucha gente que me ayudó, que fueron y son fundamentales para mí.
-¿Cómo fue irte solo de tan chico a otra provincia?
-Fue muy difícil. Las primeras semanas extrañaba muchísimo, lloraba en la pensión, jamás me había alejado más de una semana de mi casa. Me ayudaron mucho los psicólogos del club, yo no sabía qué hacía acá, me quería ir, no me salían las cosas… fue un año muy duro, sufría estar en la pensión, hasta que me acomodé bien.
-¿Y cómo vive tu familia todo esto que te está pasando: el primer contrato, la Selección…?
-Ellos disfrutan más que yo, estamos en contacto siempre por videollamada, así estamos cerca, unidos. Ellos me bancaron desde el primer momento, me daban fuerza cuando yo estando acá me quería ir, me motivaban, me decían que era lo que yo soñaba. Cada paso que doy se lo debo a ellos. Fueron dos meses increíbles, ir al banco en Primera, firmar contrato, después la Selección sub 20 y ahora ser sparring de la Mayor… la familia, los amigos y todo el barrio festejan cada paso que doy y eso da mucha fuerza para seguir.
-¿Te ilusionás con estar en el Mundial de Qatar?
-Ojalá, sería hermoso. Pero intento ponerme metas a corto plazo y enfocarme bien en ellas. Ahora me queda debutar en Unión, me enfoco en seguir entrenando y aprendiendo para que, si llega el día, estar lo mejor preparado posible y poder mostrar lo mejor de mí.
Fuente: Olé