LA SELECCIÓN ARGENTINA arribó alrededor de las 13.30 del viernes a Buenos Aires luego de la batalla naval de Maturín, en la que disputó un partido desnaturalizado por las condiciones de un campo de juego que pareció una piscina olímpica más que una cancha de fútbol y que condicionó al máximo las posibilidades del equipo campeón del Mundo y bicampeón de América.
Después del 1-1 el plantel dejó lo más rápido que pudo Venezuela y los vestigios de los inconvenientes climáticos que tuvieron su pico de tensión en la estadía en Miami con la amenaza del huracán Milton. Sin embargo, la llegada se demoró alrededor de una hora y media.
Ya instalado en la primavera porteña,Lionel Scaloni dispuso que la delegación almuerce en el Predio de Ezeiza y luego quede liberado hasta el sábado al mediodía.
A las 16.30 de mañana será el siguiente entrenamiento, tras el cual los futbolistas volverán a disponer de su tiempo para reintegrarse el domingo con el foco puesto en la ascendente Bolivia, que logró tres triunfos en las tres últimas presentaciones.
En el Monumental podrá contar tras la purga de una fecha de suspensión con la vuelta de un puntal defensivo como lo es Cuti Romero, más allá de la gran actuación de Germán Pezzella contra la Vinotinto, y aguardará la evolución de Alexis Mac Allister, que no fue utilizado por la molestia muscular con la que llegó desde Inglaterra y probará en los próximos tres días su estado físico para ver si tiene la chance de integrar el elenco.
Argentina dio vuelta la página y espera reencontrarse ante su público con la victoria tras la derrota con Colombia en Barranquilla y la paridad accidentada de este jueves contra un hueso duro de roer como lo fue el conjunto de Fernando Batista.
Fuente: El Gráfico
