Lionel Messi quedará en libertad de acción a partir del jueves 1 de julio y estará en condiciones de negociar un nuevo contrato con cualquier club en esa condición, incluyendo al propio Barcelona, donde a 24 horas de llegar a ese inédito punto límite, siguen confiando en la renovación pese a las dificultades económicas que atraviesa la institución.
La llegada a la presidencia de Joan Laporta, de buena relación con Messi desde los "años dorados" del club en la primera década del siglo XXI, para reemplazar a Josep María Bartomeu, de mala vinculación con el rosarino, renovó las esperanzas de la entidad catalana en lograr la renovación contractual del máximo ídolo de la parcialidad "culé", después de aquel ya "histórico" burofax en que anunciaba su alejamiento.
Esa carta documento había sido enviada por Messi hace exactamente un año atrás, y desde entonces hasta hoy en día inclusive, se especuló con su alejamiento del club de toda su vida rumbo a dos destinos excluyentemente posibles: Manchester City de su técnico más querido, Josep Guardiola, o París Saint Germain, de sus amigos Neymar y Ángel Di María, y su compañero en la selección argentina, Leandro Paredes.
Laporta, que este martes cumplió 59 años, fue intentar "tocarle el corazón" al jugador con más presencias en el seleccionado argentino (148) trayéndole a uno de los mejores amigos que le dio el fútbol: Sergio Agüero.
Claro que en un mercado de pases complicado como el actual, muy castigado por las consecuencias económicas originadas en la pandemia de coronavirus, los deseos perennes de Messi por armar un equipo competitivo como "los de antes" para pelear por todo en la temporada entrante, las dificultades por complacerlo que tiene Laporta son también muy grandes.
La semana pasada algunos medios españoles, no tanto de Barcelona sino algunos con base en Madrid, mencionaron un preacuerdo para una renovación por dos años, por un monto prorrateable a 10 años, para no romper con el "fair play" financiero que exige la Liga de España.
Esto consistiría en que si renovara después de esos dos años, o si no lo hiciera y terminara jugando en Estados Unidos, un deseo que alguna vez hizo público Messi, a partir de sus compromisos publicitarios y una vinculación extendida con Barcelona ya no como futbolista sino en alguna función específica, igualmente lo acordado ahora se solventaría sin demasiados contratiempos.
Y el valor agregado a toda esta compleja situación que hasta hoy sigue sin revolverse es que si no hay novedades durante esta semana, el capitán del seleccionado argentino estará jugando el próximo sábado ante Ecuador en Goiania, por los cuartos de final de la Copa América de Brasil, sin pertenecer a ningún club, con el consiguiente riesgo que implicaría una eventual lesión.