Su zurda, excelsa, abre puertas. A los 32 años, James Rodríguez es el cerebro, el líder espiritual y futbolístico de una selección colombiana que sueña con volver a levantar la Copa América después de una espera de 23 años. En Charlotte volvió a demostrarlo. Su gran pegada fue la llave para abrir el duro partido contra Uruguay: iban 38 minutos del primer tiempo cuando se hizo cargo de ejecutar un tiro de esquina y metió un centro preciso para que Jefferson Lerma estampe el 1-0 de cabeza.
El capitán y dueño del emblemático dorsal 10 volvió a tener una actuación preponderante y determinante. Y alimentó las estadísticas que lo ungen como una de las grandes figuras del certamen celebrado en los Estados Unidos:participó en siete de los doce goles que convirtieron los cafeteros en la competencia continental. Sumó un grito en los cuartos de final contra Panamá (5-0), pero su punto más fuerte fue en el rubro de las asistencias: acumula seis. De esta forma, superó una marca que le pertenecía a Lionel Messi, quien había aportado cinco asistencias en la Copa América de 2021.
“James puede jugar en el nivel que quiera”, comentó el Pibe Carlos Valderrama, todo un emblema de Colombia. Rodríguez se reivindicó con la gente. En los últimos tiempos había perdido un poco el protagonismo en su selección, pero en esta Copa se puso el equipo al hombro. Antes iba por afuera, pero en este equipo dirigido por el argentino Néstor Lorenzo se desempeña en función de enganche. Por momentos se recuesta un poco más sobre los costados, pero desde su rol de organizador es determinante. Ya lo había demostrado ante Panamá y contra Uruguay rindió un examen ante un rival de clase A.
El jugador de San Pablo es clave en la pelota parada para una selección que metió ocho de sus 12 goles a través de esa vía. Ante los charrúas fue amonestado y, para cuidarlo, lo reemplazaron por Kevin Castaño a los 16 minutos del complemento. James va por la gloria eterna.