El Manchester City y el Liverpool empataron 2-2 en lo que fue un tremendo partidazo en el Etihad Stadium. Con este resultado, los de Pep Guardiola se mantienen como líderes de la Premier League con un punto de ventaja sobre los de Klopp, cuando restan siete partidos por jugar a cada uno.
Fue un show de fútbol. El nuevo clásico -futbolístico- no decepcionó desde que empezó a rodar la pelota, pero, pese a vislumbrar un City abrumador, superior y dueño de los 90 minutos, el Liverpool salió vivo. Y con él, la Premier. Porque, si bien dejó pasar la oportunidad de escalar a la cima, sostuvo la pequeña distancia que lo aleja de lo más alto. Fue negocio. Y más teniendo en cuenta que en el final casi se le escapa: de la derrota lo salvó la mala definición de Mahrez (brillante pase de De Bruyne y el argelino la picó demasiado alto).
De entrada el partido arrancó con vértigo. Sterling erró un mano a mano frente a Alisson, pero sin tiempo a pensar en esa ocasión, segundos después, Kevin De Bruyne metió un disparo que se desvió en Matip para poner al equipo de Pep Guardiola arriba desde los cinco minutos. El City arrancó con un ritmo aplastante, aunque le duró siete minutos, porque Robertson cruzó la bola al área, Alexander-Arnold la acomodó y Diogo Jota empató el partido.
El Liverpool se metió en la batalla, sin embargo, la presión de los celestes era insoportable para el equipo de Klopp, que estaba completamente descolocado en el fondo. Rodeados los Reds, los de Guardiola siguieron abrumando. Un disparo de De Bruyne que pasa cerca del palo, otro de Cancelo que pega en el lateral de la red…
Hasta que otra vez el Manchester pudo hacer la diferencia: el lateral portugués dirigió el centro, Alexander-Arnold perdió la marca de Gabriel Jesús y el brasileño, que entró solo en el segundo palo, levantó la pelota por encima de Alisson.
Se fueron al descanso. Y al regreso, el árbitro le dio inicio a la segunda mitad y a los 50 segundos Salah vio un hueco entre los centrales y filtró la pelota para que Mané definiera delante de Ederson.
Con el paso de los minutos, el City vio que el empate no era malo y le permitía guardar la ventaja de un punto. Pudo acercarse a la Premier mucho más al título, en un gol de Sterling que invalidó el VAR, en una falta a un palo de Mahrez en el tiempo de descuento y en una vaselina del argelino en el último segundo, pero el 2-2 fue definitivo.