Y en su quinto Mundial, el último de su carrera, Lionel Messi pudo dar el beso más esperado. El más anhelado.El que se le había negado en Brasil 2014 en el Maracaná por perder la final contra Alemania. Había pasado muy cerquita del trofeo dorado en aquella ocasión. Por esas cosas del fútbol, por detalles, el 10 no lo había levantado. Pero ocho años después, en Qatar, tuvo su merecida revancha. Argentina le ganó por penales a Francia en un partido espectacular (3-3 en 120 minutos de juego) y sueño cumplido para la Pulga y compañía.
En una Copa del Mundo que fue de menor a mayor a nivel personal y colectivo y, con una final no apta para cardíacos, la mejor de todos los tiempos, Messi terminó encontrándose con el hasta acá esquivo título. Ya había tenido su desquite con la Selección, tras varias finales perdidas, en la Copa América de 2021. Se había sacado esa mochila pesada pero faltaba un capítulo más para esta historia. Y lo escribió: nivel de excelencia, capitán y gloria eterna. Se sumó a las páginas doradas de la historia y forma parte del selecto grupo de 69 campeones de mundo con la Selección.
Tras recibir el galardón al mejor jugador de torneo (terminó con seis gritos, uno menos que Mbappé), Messi se acercó a la Copa del Mundo y, a diferencia de lo ocurrido en Brasil, sí pudo acercarse para besarla y disfrutarla.Para tocarla y, luego, levantarla y festejar con sus compañeros.