La gambeta, dribling o regate como se la llama a ésta acción individual en Argentina, Brasil y España respectivamente, es patrimonio exclusivo para futbolistas dotados de talentos que los hacen distintos. Son la llave para abrir cerrados sistemas defensivos. Su definición exacta es: “En el fútbol, regate es el movimiento del jugador para evitar que le arrebate el balón el contrario”.
En el popular deportes hay conceptos que atraviesan los tiempos. Son valores que no se extinguen. Por ejemplo el 1.259 del Toto Lorenzo. “El fútbol es muy simple, Ricardo”, me decía al término de uno de sus entrenamientos en el estadio rojiblanco en el ‘75, cuando tuvo su exitoso paso por el Club, en tres años ya medio siglo. “El 1 tiene que ser un arquero seguro, que no meta las que van afuera, sólo que detenga o desvíe las que van adentro. El 2 tiene que ser el que conduzca la defensa. El 5 que sea el patrón en la mitad de la cancha y arriba un 9 que la meta. A ellos tenés que rodearlos de jugadores que acompañen…pero esos cuatro deben ser los mas destacados del equipo”.
A ese concepto, como a la gambeta, en las últimas décadas se agregó el “pressing” o “presión”.
“La presión consiste en acosar sin tregua ni respiró al adversario para recuperar la posesión del balón y no ceder a ningún precio la iniciativa del ataque al contrincante, contando con dos requisitos básicos: un espíritu de lucha inquebrantable y una perfecta preparación física, sin los cuales el sistema se derrumba” (Rinus Michels).
Por ejemplo la presión brindada por Unión de Munúa en el debut ante River, fue perfecta. Lo borró literalmente de la cancha. Lamentable que se quedó sin combustible. O por Racing, en la semifinal de la Copa de la LPA frente a Boca en la primera parte y casi todo el complemento. Cayendo después por penales. La presión fue fundamental en los grandes equipos de River en la era Gallardo.
Nadie discute ya que al hacerse hoy el fútbol más físico, hay menos espacio y sobre todo menos tiempo para pensar. Producto de ello es que se les hace más difícil a los talentosos desarrollar su juego.
Gracias a Dios hoy existen los Messi, Neymar, Di María o Mbappe, entre otros, para que se mantenga intacta la belleza de éste deporte que se ha súper profesionalizado.
Las apuestas y su directa influencia, han sido y son un factor determinante para corromper almas. Quitándole el espíritu lúdico que lo hace tan pasional y mágico.