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sábado, 7 septiembre 2024

Las mejores respuestas de Falcioni, actual DT de Colón

En el famoso ciclo de "100 preguntas" que realizaba para El Gráfico, el flamante entrenador sabalero no escondió nada. Un repaso de las mejores anécdotas.

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1) ¿Quién te pu­so Pe­lu­sa? Vie­ne de chi­qui­to. En to­do ba­rrio siem­pre ha­bía un Pe­lu­sa, y yo era el Pe­lu­sa de Ver­sai­lles: era ru­bio y con el pe­lo fi­ni­to.

 

2) ¿Te acor­dás el can­ti­to de los hin­chas de Vé­lez en 1980? Sí, cla­ro: "Aplau­da­ló / aplau­da­ló / Pe­lu­sa es el ar­que­ro del Mun­dial 82″.

 

3) ¿Y qué pa­só? Yo ha­bía es­ta­do en la Se­lec­ción va­rias ve­ces con Me­not­ti, pe­ro me fui al Amé­ri­ca de Ca­li en 1981 y per­dí to­das las chan­ces. En­ton­ces no era tan re­que­ri­do el fut­bo­lis­ta del ex­te­rior y me­nos el que es­ta­ba en Co­lom­bia.

 

4) ¿Tu­vis­te rea­les ex­pec­ta­ti­vas de ju­gar al­gún Mun­dial? Siem­pre creí. En el 78 era muy jo­ven, pe­ro creía que po­día es­tar en el gru­po; en el 82 an­da­ba muy bien, pe­ro ju­ga­ba en Co­lom­bia; en el 86 to­dos de­cían que yo era el ter­cer ar­que­ro, pe­ro apa­re­ció Ze­la­da con las ins­ta­la­cio­nes del Amé­ri­ca de Mé­xi­co pa­ra la con­cen­tra­ción y me mar­gi­na­ron. Y en el 90 es­tu­ve has­ta el úl­ti­mo día en el gru­po.

 

5) ¿Bi­lar­do te ex­pli­có por qué te ex­clu­yó? Yo ha­bía es­ta­do en la Co­pa Amé­ri­ca 89 y fui a la gi­ra de co­mien­zos del 90 con­tra Ita­lia, Mó­na­co y Gua­te­ma­la. Se­gui­mos en­tre­nan­do has­ta abril y me de­sa­fec­ta­ron un día an­tes de via­jar a Ita­lia. Fue Can­ce­la­rich.

 

6) ¿Bi­lar­do te ha­bló? Nun­ca me di­jo na­da.

 

7) ¿Al­gu­na vez es­tu­vis­te cer­ca de ir a Eu­ro­pa? En el 77, con ape­nas 21 años, un em­pre­sa­rio me acer­có un ofre­ci­mien­to pa­ra ir al Bar­ce­lo­na. Te­nía que ca­sar­me con una es­pa­ño­la pa­ra ob­te­ner la na­cio­na­li­dad por­que no ha­bía cu­po de ex­tran­je­ros y des­pués po­día rom­per el vín­cu­lo. Era una co­sa me­dio ra­ra, así que preferí decirle que no y chau.

 

8) ¿Des­de cuán­do fu­más? Des­de los 14 años. Lo ha­cía a es­con­di­das de mis vie­jos.

 

9) ¿Tam­bién fu­ma­bas a es­con­di­das de los téc­ni­cos? Só­lo en las in­fe­rio­res; en Pri­me­ra no, si has­ta ha­bía téc­ni­cos que me man­guea­ban fa­sos. Es que siem­pre cum­plí al má­xi­mo con las exi­gen­cias que me pro­po­nían. De he­cho, des­de el día que de­bu­té en Pri­me­ra, en 1976, has­ta el día de mi re­ti­ro en 1992, ja­más fui su­plen­te en un par­ti­do de club.

 

10) O sea que co­mo ju­ga­dor ja­más co­no­cis­te el ban­co de su­plen­tes. Só­lo en par­ti­dos de Se­lec­ción. Aho­ra, que es­toy sen­ta­do en la si­lla eléc­tri­ca, los es­toy co­no­cien­do a fon­do.

 

11) ¿Qué ha­cés si te en­te­rás de que un ju­ga­dor fu­ma? Na­da. El ju­ga­dor de hoy, an­te tan­ta exi­gen­cia y tan­to es­trés, no se pue­de dar el lu­jo de una tras­no­cha­da u otra co­sa, en­se­gui­da nos da­mos cuen­ta. Y eso pue­de oca­sio­nar la pér­di­da del pues­to.

 

12) ¿Cuál era tu ma­yor vir­tud co­mo ar­que­ro? La per­so­na­li­dad. Con mis gri­tos ma­ne­ja­ba bien el or­de­na­mien­to de­fen­si­vo, y creo que fui un ar­que­ro pa­re­jo: no te­nía par­ti­dos de 10 y 1, siem­pre era 6 o 7.

 

13) Tu ído­lo de la in­fan­cia. El Ga­to Ma­rín, Fe­noy y, aun­que no lo vi mu­cho, el gran Ama­deo Ca­rri­zo.

 

14) ¿De qué club eras hin­cha de chi­co? De Vé­lez. Des­pués, siem­pre fui hin­cha del equi­po en que es­tu­ve. Pe­ro el club del que uno es hin­cha no se cam­bia nun­ca, es co­mo la ma­dre.

 

15) ¿Por qué te gus­ta­ba usar bu­zos os­cu­ros? Pa­ra con­fun­dir­me con los fon­dos de las can­chas, no que­ría que fue­se tan vi­si­ble mi pre­sen­cia. Em­pe­cé en el 77, ju­gá­ba­mos mu­cho con el off­si­de y eso me ser­vía pa­ra que no me pa­tea­ran de le­jos, por­que yo es­ta­ba ade­lan­ta­do.

 

16) ¿El fút­bol lo he­re­das­te de tu vie­jo? El ju­ga­ba mu­cho los pi­ca­dos del ba­rrio y tam­bién lo hi­zo en Ba­rra­cas Cen­tral. Ju­ga­ba atrás y bien, pe­ro tu­vo un pro­ble­mi­ta y su­frió una gra­ve san­ción. Creo que le pe­gó una pa­ta­da en los hue­vos al ár­bi­tro.

 

17) ¿Mu­chas ve­ces te di­je­ron Fal­cio­ne? Mu­chí­si­mas. Sa­lía más fá­cil de­cir Fal­cio­ne que Fal­cio­ni.

 

18) ¿Por qué los ju­ga­do­res ac­tua­les no se que­dan a prac­ti­car des­pués de ho­ra co­mo an­tes? ¿Se per­dió la pa­sión por me­jo­rar? Es cier­to, no­so­tros nos que­dá­ba­mos siem­pre per­fec­cio­nan­do al­go, qui­zás hoy las prác­ti­cas son más in­ten­sas, en­ton­ces los ju­ga­do­res ter­mi­nan can­sa­dos. Igual, tra­ta­mos de in­cul­car­les a los más chi­cos esas co­sas. Les de­ci­mos que la for­ma de co­rre­gir es con la re­pe­ti­ción y que con la vo­rá­gi­ne del tra­ba­jo uno no se pue­de de­te­ner en ca­da ju­ga­dor.

 

19) ¿Se­guís in­vi­tan­do a tus di­ri­gi­dos a que te pa­teen en las prác­ti­cas? Muy es­po­rá­di­ca­men­te. Los pro­vo­co pa­ra dar­le un to­no más ri­sue­ño a al­gu­nas co­sas. Pe­ro muy po­co. De­jé el fút­bol y no al re­vés, así que des­de el día que me re­ti­ré ha­bré ju­ga­do unas seis ve­ces pa­ra los ve­te­ra­nos y na­da más.

 

20) ¿Qué co­sas les acon­se­jás a tus ar­que­ros? La im­por­tan­cia de que les mar­quen a los de­fen­so­res y a los vo­lan­tes lo que va pa­san­do en el par­ti­do.

 

21) El gol más bo­bo que te hi­cie­ron. En un Vé­lez-Ra­cing del 80, creo. El sol caía en­fren­te, pa­teó Za­vag­no des­de la mi­tad de la can­cha, no vi la pe­lo­ta, me ti­ré pa­ra un la­do y la pe­lo­ta fue al otro. Me sal­vó la fo­to de El Grá­fi­co: ahí la gen­te de atrás del ar­co es­ta­ba mi­ran­do ha­cien­do vi­se­ra sin gri­tar el gol.

 

23) ¿Por qué te re­ti­ras­te jo­ven, a los 34? Ha­bía pa­sa­do 16 años de mi ca­rre­ra ju­gan­do en dos clu­bes: Vé­lez y Amé­ri­ca; y en 18 me­ses es­tu­ve en tres equi­pos: Gim­na­sia, Vé­lez y On­ce Phi­lips, y no me pa­re­ció bue­no dar­le un fi­nal así a mi ca­rre­ra.

 

24) ¿Por qué es­tu­dias­te pe­rio­dis­mo? Cuan­do me re­ti­ré sa­bía que me que­da­ba cuer­da pe­ro no te­nía mo­ti­va­ción. Lo hi­ce en el On­ce Cal­das, que en­ton­ces se lla­ma­ba On­ce Phi­lips, y en­se­gui­da me me­tí en el cur­so de DT. Co­mo no sa­lió na­da, es­tu­dié pe­rio­dis­mo pa­ra mi­rar el fút­bol des­de otra óp­ti­ca. Ape­nas me pu­se a es­tu­diar, en el 96, me lla­mó Tar­di­vo pa­ra que lo ayu­de en Atlan­ta. Ahí arran­có mi ca­rre­ra. Igual, el cur­so de pe­rio­dis­mo lo ter­mi­né.

 

25) ¿Có­mo ves al pe­rio­dis­mo de­por­ti­vo ar­gen­ti­no? Se bus­ca de­ma­sia­do el pro­ble­ma, se des­ta­ca más el error que el acier­to.

 

26) ¿En Atlan­ta em­pe­zas­te co­mo ayu­dan­te de cam­po? No, co­mo el úl­ti­mo ore­jón del ta­rro: pre­pa­ra­dor de ar­que­ros en in­fe­rio­res. Des­pués aga­rró Ro­gel la Pri­me­ra y me per­mi­tió es­tar más cer­ca del plan­tel pro­fe­sio­nal (96); vi­no Da­nie­le y me pu­so co­mo un se­gun­do ayu­dan­te de cam­po y co­mo es­pía de ri­va­les. Así que to­dos esos di­bu­ji­tos y fle­chas que tu­ve que ha­cer, des­pués me sir­vie­ron mu­cho. A fi­nes del 96 se fue Da­nie­le, yo tam­bién, y a los 20 días me lla­mó Pas­cut­ti­ni, que ha­bía si­do com­pa­ñe­ro mío en el Amé­ri­ca, pa­ra que me su­ma­ra a las in­fe­rio­res de Vé­lez con los ar­que­ros. Cuan­do aga­rró Biel­sa, me pi­dió que le ar­me un se­lec­ti­vo con la Ter­ce­ra y la Cuar­ta, y fui el téc­ni­co. Tu­ve un par de in­te­ri­na­tos en la Pri­me­ra y cuan­do se fue Ma­ne­ra en el 99 que­dé al fren­te del equi­po. Des­pués, un año sin tra­ba­jar, y al fi­nal Olim­po y Ban­field.

 

27) ¿Cuán­to de suer­te y cuán­to de mé­ri­to hay en una de­fi­ni­ción por pe­na­les? Yo di­ría 40% mé­ri­to de los eje­cu­tan­tes, 40% mé­ri­to de los ar­que­ros y 20% de suer­te.

 

28) ¿Por qué los equi­pos de Bian­chi ga­na­ban siem­pre esas de­fi­ni­cio­nes, has­ta la úl­ti­ma? Por­que son fuer­tes psi­co­ló­gi­ca­men­te, se­gu­ra­men­te Car­los le sa­ca­ría la res­pon­sa­bi­li­dad.

 

29) ¿Có­mo se sa­ca esa res­pon­sa­bi­li­dad? "An­dá a pa­tear, que pa­se lo que pa­se la res­pon­sa­bi­li­dad es mía, por­que yo te ele­gí". Su­pon­go que con esas pa­la­bras Bian­chi en­to­na­ría a sus ejec­tuan­tes.

 

29) ¿Un ar­que­ro no sien­te pre­sión en una de­fi­ni­ción por pe­na­les? Pre­sión no, pe­ro sí es­tá ten­sio­na­do por tra­tar de ser im­por­tan­te pa­ra el equi­po con­te­nien­do al­gún pe­nal. Es cla­ve la con­cen­tra­ción. En rea­li­dad, el ar­que­ro de­be es­tar con­cen­tra­do los 90 mi­nu­tos por­que jue­ga con­tra 21 ri­va­les.

 

30)¿En qué mo­men­to de­ci­dís dón­de ti­rar­te en los pe­na­les? Con el tiem­po uno ga­na ex­pe­rien­cia y ma­ne­ja al­gu­nos mo­vi­mien­tos pa­ra lle­var al eje­cu­tan­te a que pa­tee don­de uno quie­re.

 

31) ¿Qué sen­tis­te en la de­fi­ni­ción Amé­ri­ca-Ar­gen­ti­nos, por la fi­nal de la Li­ber­ta­do­res 85? Que ha­bía­mos he­cho mé­ri­tos pa­ra ga­nar, que no pu­de ata­jar nin­gu­no, que Vi­da­llé ata­jó uno y per­di­mos.

 

32) ¿Por qué em­pe­zas­te a pa­tear pe­na­les? Ve­nía­mos de una ra­cha de pe­na­les erra­dos, y con­tra el Quin­dío nos die­ron un pe­nal en el mi­nu­to fi­nal. Co­mo es­ta­ba la pe­lo­ta pues­ta y na­die se acer­ca­ba, le pe­dí per­mi­so al téc­ni­co, y me lo dio. Lo me­tí, y se­guí has­ta que erré uno y vol­ví al fi­nal de la co­la.

 

33) ¿Cha­peás con los dos pe­na­les que le ata­jas­te a Ma­ra­do­na en un par­ti­do? Eso fue un ac­ci­den­te del fút­bol. Fue el día so­ña­do por cual­quier ar­que­ro: 1-0 y dos pe­na­les ata­ja­dos. Y en­ci­ma al Die­go de Ar­gen­ti­nos, que es­ta­ba en to­do su po­ten­cial. Tam­bién ata­jé dos en un par­ti­do con­tra Na­cio­nal, en Me­de­llín, en 1987, y ese triun­fo nos dio la cla­si­fi­ca­ción a una nue­va Li­ber­ta­do­res.

 

34) ¿Te cru­zas­te a Die­go al­gu­na vez des­pués de los pe­na­les? En la Se­lec­ción. Me di­jo: "¿Te acor­dás, Pe­lu­sa, que me ata­jas­te dos pe­na­les un día?". Le con­tes­té: "Cla­ro, vos te po­dés ol­vi­dar; yo nun­ca en la vi­da". Sin nin­gu­na du­da, él es el Pe­lu­sa más fa­mo­so.

 

35) ¿Un téc­ni­co de­be sa­ber más de fút­bol o de gru­pos? Las dos co­sas van de la ma­no. Pa­ra ele­gir on­ce y plan­tear una tác­ti­ca hay que sa­ber de fút­bol. Y des­pués de­be res­pal­dar las de­ci­sio­nes que to­ma, siem­pre a fa­vor del gru­po, pa­ra pro­te­ger­lo, po­ten­ciar­lo y pa­ra que ha­ya res­pe­to en­tre los in­te­gran­tes del gru­po. Si no te­nés las de­ci­sio­nes y la con­duc­ción cla­ra, el gru­po se te va de las ma­nos.

 

36) ¿Cuán­to du­ran tus char­las téc­ni­cas y en qué ha­cés hin­ca­pié? Las del día del par­ti­do du­ran 20 mi­nu­tos y se ba­san en las mar­cas, en las zo­nas don­de po­de­mos sa­car una ven­ta­ja, la ba­rre­ra, pe­lo­tas pa­ra­das. Tam­bién al­go mo­ti­va­cio­nal, con vér­ti­go, pa­ra que el ju­ga­dor en­tre me­ti­do. El día an­te­rior te­ne­mos una char­la de una ho­ra, en la que se des­ta­ca lo bue­no y lo ma­lo del ad­ver­sa­rio. Pa­ra eso, Es­te­ban, un co­la­bo­ra­dor, pre­pa­ra un com­pac­to de los úl­ti­mos tres par­ti­dos del ad­ver­sa­rio, que du­ra 25 mi­nu­tos. Eso lo veo con los ju­ga­do­res, y se agre­ga to­do lo que va­mos char­lan­do en la se­ma­na, de co­rre­gir co­sas que pa­sa­ron y co­sas por ve­nir.

 

37) ¿Qué es lo pri­me­ro que ha­cés cuan­do lle­gás a un club? Plan­tear mis ex­pec­ta­ti­vas, ver el gru­po de ju­ga­do­res que hay y qué fal­ta. Lo ra­ro del fút­bol de hoy es que sal­vo cin­co o seis ins­ti­tu­cio­nes, te en­con­trás con equi­pos mó­vi­les, don­de se van quin­ce y vie­nen diez. Hay que bus­car los ju­ga­do­res de acuer­do con la tác­ti­ca que uno quie­re. Si vas a tra­ba­jar con lí­nea de tres, por ejem­plo, ne­ce­si­tás ca­rri­le­ros. El ju­ga­dor de­be sa­ber des­de el arran­que de qué va a ju­gar. Si te­nés las ideas cla­ras y ele­gís los ju­ga­do­res de acuer­do a eso, es más sen­ci­llo pa­ra to­dos.

 

38) ¿Ar­más el equi­po de atrás pa­ra ade­lan­te o al re­vés? De atrás pa­ra ade­lan­te, sin du­das. La so­li­dez na­ce des­de atrás, a pe­sar de que cuan­do en­ca­ra­mos los par­ti­dos ha­blo de ade­lan­te pa­ra atrás, por­que el tra­ba­jo em­pie­za con los de­lan­te­ros.

 

39) ¿Lá­ti­go o fra­ne­la con los ju­ga­do­res? Lá­ti­go y fra­ne­la. En un gru­po tie­ne que ha­ber una con­vi­ven­cia, den­tro de esa con­vi­ven­cia de­be ha­ber re­glas y den­tro de esas re­glas, elas­ti­ci­dad.

 

40) ¿Me­not­ti o Bi­lar­do? Tra­ba­jé con los dos… y me gus­ta Biel­sa.

 

41) ¿Fi­llol, Gat­ti o Chi­la­vert? Fi­llol fue el más gran­de en su épo­ca: ha­bía que ma­tar­lo pa­ra ha­cer­le un gol. Y Chi­la­vert es un mons­truo por per­so­na­li­dad y ma­ne­jo. Ade­más lo co­no­cí y me pa­re­ció una per­so­na bár­ba­ra. Una mez­cla de ellos dos.

 

42) ¿Por qué te que­das­te diez años en Co­lom­bia? ¿No te mo­ti­va­ba dar un sal­to a otro fút­bol? Yo fui al Amé­ri­ca pen­san­do que iba un año, pe­ro me en­con­tré con un club de je­rar­quía, en un gran mo­men­to del fút­bol co­lom­bia­no, con mu­chas fi­gu­ras. Hu­go al­gu­na po­si­bi­li­dad de Eu­ro­pa, pe­ro no me qui­sie­ron ven­der, por­que era la ima­gen del club.

 

43) ¿Co­no­cis­te a los ca­pos del Car­tel de Ca­li? Te­nía­mos re­la­ción per­ma­nen­te. Cuan­do a mí me con­tra­ta­ron, vi­no Mi­guel Ro­drí­guez Ore­jue­la, no sé si era el je­fe del car­tel o no, pe­ro es­ta­ba siem­pre.

 

44) ¿Al­gu­na vez vis­te al­go ra­ro? Pa­ra na­da, siem­pre es­tu­vi­mos al mar­gen. Lo má­xi­mo que vi­mos fue una es­cua­dri­lla de pro­tec­ción cuan­do él ve­nía.

 

45) ¿Nun­ca tu­vis­te mie­do a los aten­ta­dos? Só­lo un po­qui­to en el 89: al tér­mi­no de un par­ti­do ma­ta­ron al juez de lí­nea. Era un Amé­ri­ca-In­de­pen­dien­te Me­de­llín. Fue mi úl­ti­mo par­ti­do.

 

46) Tu com­pa­ñe­ro que me­jor le pe­ga­ba a la pe­lo­ta. El pa­ra­gua­yo Bat­ta­glia, tam­bién el pe­rua­no Cue­to y Car­li­tos Is­chia… has­ta que se rom­pió el to­bi­llo. Des­pués, ya no le po­día dar chan­fle.

 

47) ¿Te que­das­te con ga­nas de ju­gar en al­gún club? Tu­ve la opor­tu­ni­dad de ju­gar en Ri­ver y en Bo­ca. En el 81, cuan­do se hi­zo lo de Die­go, es­tu­ve reu­ni­do con la gen­te de Bo­ca pe­ro Vé­lez ya ha­bía fir­ma­do con el Amé­ri­ca. Y en el 84, sien­do Cu­bi­lla DT de Ri­ver, co­mo ve­nía de Co­lom­bia, pi­dió a Al­fa­ro y a Fal­cio­ni. Al fi­nal, só­lo se hi­zo lo de Al­fa­ro.

 

48) ¿Es cier­to que Ochoa Uri­be te qui­so na­cio­na­li­zar co­lom­bia­no? Sí, pa­ra la eli­mi­na­to­ria de Mé­xi­co 86, pe­ro co­mo ha­bía gen­te que no es­ta­ba de acuer­do, so­bre to­do el pe­rio­dis­mo, que que­ría que ju­ga­ra gen­te del país, to­mé la de­ci­sión de no na­cio­na­li­zar­me. Ya es­ta­ba to­do lis­to pa­ra que lle­ga­ra a la con­cen­tra­ción 48 ho­ras an­tes del par­ti­do, in­clu­so Ochoa ya me ha­bía di­cho que si no que­ría ju­gar con­tra Ar­gen­ti­na en Bue­nos Ai­res, no ju­ga­ba. Pe­ro bue­no, era apos­tar to­do por una car­ta que no me iba a be­ne­fi­ciar.

 

49) ¿Por qué em­pe­zas­te de ar­que­ro? Por­que me sen­tía có­mo­do y creía te­ner con­di­cio­nes. Con edad de Sép­ti­ma, Ló­pez y Ca­va­lle­ro me ca­ta­pul­ta­ron a en­tre­nar­me con la Ter­cer­a.

 

50) ¿Por qué se de­cía, en­ton­ces, que era el pues­to del bo­lu­do? Por­que es un pues­to que no cual­quie­ra es­tá ca­pa­ci­ta­do pa­ra ocu­par. Son muy po­cos los que pue­den opi­nar so­bre el ar­co. Pa­ra mí fue la fe­li­ci­dad, yo dis­fru­ta­ba mu­chí­si­mo en el ar­co y cuan­do me me­tían un gol, me reía, lo to­ma­ba co­mo al­go na­tu­ral. Hoy su­fro los par­ti­dos y pon­go ca­ra de cu­lo.

Fuente: Diario El Litoral.-

 

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