“En casa sólo se hablaba español”. Lo admite el propio Marcus Adams Jrs en perfecto castellano y lo ratifica su madre Delfina, en charla con Infobae. “Cuando llegó al jardín, a los 3 años, le tuve que decir a la maestra, que por suerte era mexicana, que le hablara al principio en castellano, pero que a la vez le enseñara inglés porque no sabía ni una palabra… A los dos meses había aprendido un montón”, revela desde California, donde llegó en 2004, con su esposo Marcus Adams Sr, aquel basquetbolista que estuvo 24 años jugando en nuestro país hasta que su edad (47), la crisis económica tras el 2001 y el embarazo de Delfina lo devolvieron a su país de origen. “Al principio planeamos irnos por dos años pero el tener los hijos nos cambió todo, aunque nunca abandonamos nuestras costumbres. A tal punto que hablaban mejor castellano que inglés”, cuenta la madre, 16 años más joven que su esposo, pivote de 2m04 que fue emblema de Cosecha de Chaco y el Ciclón de Rosario.
De la relación entre ambos, iniciada en un bar rosarino, nacieron Marcus y su hermano menor, Máximo (15 años), ambos promisorios basquetbolistas de California. El mayor, un polifuncional alero de 2m03 y 18 años, fue elegido entre los 30 mejores del secundario nacional y top 3 dentro de California. Un status que le permitió recibir ofrecimientos de 20 universidades. Marcus se inclinó por la actual campeona del torneo de la NCAA que nuclea a más de 345 facultades, Kansas. Lo logró tras brillar en el Narbonne High School -promedios de 30 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias en su última temporada-, donde aún está Máximo, alero con similares características que su hermano y, especialmente, los mismos sueños. “Llegar a la NBA y jugar para la selección argentina”, dice Marcus, sin dudar.
Es sorprendente que una joya del básquet estadounidense, que sólo una vez estuvo en el país, tenga tantos deseos de vestir la celeste y blanca, especialmente viviendo allá y teniendo posibilidades de jugar para un seleccionado más poderoso, como el de USA. “Pero a mí me encantaría jugar para el país de mi mamá y donde trataron tan bien a mi papá. Conozco la historia, he visto partidos y además conozco la calidez y pasión del argentino. Me volví loco con el Mundial de fútbol. Soy muy fan de Messi y no sabés cómo festejamos el título en un restaurante argentino en California. Nunca había visto tantos argentinos juntos y me volví loco. Terminé llorando”, explica. El relato no alcanza a explicar lo que sintió. El video que nos compartió es más preciso: se nota la emoción del pibe, vestido con la celeste y blanca, tras el penal anotado por Montiel.
No toma mate diariamente, como lo hace Delfina. Pero sí tomó tereré, seguido, cuando viajó a nuestro país, en el verano del 2019, antes de la pandemia. Justamente es muy posible que, en Semana Santa, la familia viaje a la tierra que tantos añoran sus integrantes. “Estoy esperando el momento. Me encanta ir para allá. Para ver a todos los parientes que tengo, comer con ellos, pasar momentos e ir a los clubes, como Newell´s, Sportmen, el Ciclón, ver si puedo entrenar ahí”, revela quien tiene como ídolos y referentes a Scola y Ginóbili.
La historia de ambos hermanos comenzó con el fútbol. Nuestro fútbol, aclara Delfina. La madre, justamente, fue responsable de insertarles a sus hijos otra de nuestras pasiones. “El problema es que eran tan altos y potentes que les pegaban mucho, sobre todo los mexicanos, que son bravos. Y terminábamos siempre en la guardia de los hospitales… Me asusté y decidí que siguieran con el básquet, sobre todo también porque eran altos y coordinados”, explica ella. Eso, igual, no les quitó la pasión por el fútbol que se reavivó, como nunca, durante el Mundial de Qatar.
Pasando al básquet, Marcus habla sobre su estilo de juego. “Puedo hacer de todo en la cancha”, dice y se nota en un video que armó el sitio Ballslife y compartimos acá. Se lo puede ver corriendo la cancha, definiendo con potencia, haciendo volcadas impactantes, pero también pasando el balón y lanzando con eficacia -y muy buena técnica- desde la línea de tres puntos. Esa clase de jugadores que a Argentina le cuesta fabricar y que cuadran perfectamente con el básquet moderno.
Desde la Confederación Argentina (CAB) ya se comunicaron hace días para cumplir el objetivo de conocerlo y citarlo, en principio al U19, en el caso de Marcus. Fue Mariano Marcos, Coordinador de Selecciones Formativas, quien habló con el chico y su madre, para manifestar las ganas de evaluarlos y, de ser posible, que estén en dos torneos que se disputarán en junio. Uno es el Mundial U19 en Debrecen, Hungría, desde el 25, donde podría jugar Marcus. En el caso de que las autoridades de Kansas lo permitan, aunque eso es probable porque recién debe presentarse en septiembre para disputar su primer temporada. Y el otro es el Premundial U16, a principios de mes, sin sede, al que podría asistir Máximo, de 15 años.
La madre ya comenzó con los trámites para obtener la ciudadanía argentina y también la italiana, “por las dudas, porque les pueden servir para el día de mañana jugar en Europa”. Hay que ver si los papeles llegan en término. Por lo pronto, en este viaje que la familia tiene pautado para las próximas semanas, seguramente Marcos viajará a Rosario para ver a ambos, porque si bien hay esperanzas con ambos, especialmente Marcus, se sabe que allá se juega otro básquet -a nivel secundario, a veces, no tan bueno- y deberán adaptarse a otra forma de jugar que tienen nuestros seleccionados.
Está claro que Bill Self, prestigioso coach de Kansas, no gasta lugares en su poderoso roster y si reclutó a Marcus es porque realmente es muy bueno. Más allá de la adaptación lógica que deberá realizar, su talla, potencia, capacidad atlética y envergadura podrá potenciar a una Selección que sufrió mucho para clasificarse al Mundial. Estos dos casos no son los únicos. Desde la CAB confirmaron que les han llegado muchos -de padres o madres argentinos que emigraron- que están evaluando, porque no pueden traer a todos y además hay que ver realmente cuáles tienen nivel de verdad y pueden potenciar a los distintos equipos nacional. La realidad es que se busca potenciar las selecciones formativas que vienen penando hace años, sobre todo en el anterior, que entró de última al Mundial U19, sufrió palizas en el Mundial U17 y en el Sudamericano casi pierde con Ecuador.
Por lo pronto, las redes sociales de Marcus se llenaron de argentinos que ya le dieron la bienvenida y le dejaron decenas de mensajes, casi como si fuera un salvador. “Todos me están diciendo que me necesitan, que me esperan… Ya me dicen Marquitos”, cuenta el chico entre risas. También de eso buscan cuidarlo sus padres. “Hace dos semanas que no para de atender el teléfono. Primero por haber aceptado lo de Kansas y luego, cuando saltó lo de Argentina. Ya empieza tener la presión de adultos y tiene sólo 18 años. Tenemos claro que necesitaremos ayuda y ya la estamos buscando”, contó Delfina.
Fuente: INFOBAE