Home Covid Cómo llegó Sudamérica a liderar la carrera mundial de vacunación

Cómo llegó Sudamérica a liderar la carrera mundial de vacunación

A pesar de que forma parte de la región más desigual del planeta, América del Sur ha conseguido inmunizar a más gente gracias a una combinación de factores culturales, necesidades económicas y golpes de realidad

Coronavirus vaccination in Rio de Janeiro, Brazil, on July 31, 2021. (Photo by Fabio Teixeira/NurPhoto)

Las primeras noticias aparecieron en diciembre: América del Sur, con sus malabares diplomáticos y presupuestarios para acceder a las vacunas, sus tasas alevosas de mortalidad por covid, sus cuarentenas eternas y su polarización,se había posicionado en el primer lugar del mundo en porcentaje de población total vacunada, un puesto que sigue manteniendo hasta estos días. Según las estadísticas de Our World in Data actualizadas al 5 de enero, Sudamérica tiene un 76% de personas vacunadas con al menos una dosis y un 64% con el esquema completo, por encima de Europa (66% y 62%) y de Estados Unidos (74% y 62%), por utilizar como ejemplos una región y un país que aventajan largamente al Cono Sur en disponibilidad y acceso a las vacunas.

¿Qué sucedió para que la región que tiene el país con mayor cantidad de fallecidos por habitante a causa de la pandemia —Perú— y el segundo con mayor cantidad de muertes en total —Brasil— (cuyo presidente ha llegado a decir que si la vacuna “te convierte en un caimán, es problema tuyo”), se volviera el líder global en vacunación? La pregunta misma contiene parte de la respuesta. El temor por los estragos que el coronavirus ha causado en la región, mucho más concreto y potente que cualquier discurso conspiranoico antivacunas, no basta para explicar el avance en la inmunización de sociedades que han tenido que vencer obstáculos económicos, geográficos y estructurales para llegar a los brazos de sus ciudadanos.

Aunque la respuesta es múltiple y varía de país a país, también es posible rastrear factores comunes en la región, sobre todo históricos, como la existencia de una arraigada cultura de vacunación o las raíces de sistemas sanitarios que, por más frágiles y debilitados que hayan llegado a la pandemia, aún conservan una vocación de servicio público e infraestructuras que pudieron ser reactivadas parcialmente al servicio de la vacunación. Y también la necesidad de subsistir en economías con altísimos índices de informalidad. Un factor que, en realidad, podría considerarse coyuntural e histórico a la vez: el hábito y la necesidad de subsistir. Estas son las claves que han llevado a algunos de los principales países de la región a alcanzar tan buenos porcentajes:

Argentina: la tradición y la Sputnik

Argentina ha aplicado casi 78 millones de vacunas contra el coronavirus, la segunda mayor cifra de Sudamérica después de Brasil. El 84% de la población tiene al menos una dosis, el 72,9% tiene dos y un 14% ya ha recibido una tercera de refuerzo. Los movimientos antivacunas son minoritarios en el país y no están organizados. Aunque al Gobierno le ha costado llegar al 16% que aún no se ha vacunado, los altos porcentajes de aplicación tienen que ver con una arraigada cultura sanitaria. Los bebés reciben su primera vacuna minutos después de nacidos; cuando crecen, no pueden ingresar al sistema educativo si no presentan el carnet que demuestra que tiene las dosis obligatorias aplicadas. “Tenemos un calendario de vacunación de los más completos de América Latina”, explica una fuente del Gobierno argentino. “La vacunación es algo que la población de nuestro país tiene incorporada culturalmente. Además de eso, el antecedente de la gripe N1H1 también sirvió como experiencia para introducir en el calendario normal de vacunación algo fuera de lo normal”, como las dosis contra la covid-19.

Garantizar las dosis fue, sin embargo, un camino cuesta arriba. Meses después del inicio de la pandemia, Argentina celebró como un gran triunfo el acuerdo con Astrazeneca para producir millones de dosis junto con México. Pero las cosas no salieron como se esperaban y, cuando ya era evidente que el contrato no podría cumplirse (México argumentó que no conseguía en el mercado los suministros necesarios para cumplir con su parte), la Casa Rosada optó por la vacuna rusa Sputnik V. Argentina fue de los primeros países en aprobar el uso del vial ruso, lo que le permitió iniciar la aplicación de la vacuna a finales de diciembre de 2020. La apuesta por Moscú le valió al Gobierno de Alberto Fernández duras críticas de la oposición conservadora, que lo acusó de desplazar a laboratorios estadounidenses como Pfizer por cuestiones ideológicas. Un año después de aquellos debates, el suministro está normalizado y no faltan vacunas en el país. El ministerio de Salud hoy tiene en stock 17 millones de dosis de seis laboratorios diferentes.

Fuente: El País 

× Comunicate con Radio Gol 96.7
Salir de la versión móvil