El río Paraná mantiene por estos días niveles muy bajos en la ciudad de Santa Fe y zona. Este jueves medía 0,88 metros, según el registro de la Prefectura Naval Argentina en el hidrómetro del Puerto local. La bajante se evidencia desde la costanera en la ciudad. Sobre la laguna Setúbal emergen en distintas zonas los “manchones” de limos y arcillas del fondo. Son siluetas de barro al sol que modifican el paisaje de la ribera de la ciudad. Señal de que que el principal río que abastece al emblemático espejo de agua -el Paraná- a través del arroyo Leyes está bajo. Muy bajo. El descenso se observa desde todas las orillas de la capital provincial, sobre las barrancas de Alto Verde y del resto de las islas.
En el transcurso de los últimos 8 meses, el Paraná descendió en Santa Fe de 5,45 m. de altura, alcanzados el 19 de diciembre pasado, a 0,88 m., su altura actual, que es la más baja en ese período de tiempo. Según el último pronóstico hidrométrico del Instituto Nacional del Agua (INA), en los próximos días el Paraná seguiría descendiendo y mediría hacia el 27 de agosto alrededor de 0,76 m. en el Puerto local. La misma proyección pronosticada hacia principios de septiembre indica que el martes 3 podría estar en 0,78 m., aproximadamente. Para dimensionar lo bajo que está el río hay que mencionar que el nivel de alerta es de 5,30 m. y el de evacuación, 5,70 m.
Como ya ocurrió otras veces en los últimos años, la bajante del Paraná deja al descubierto gran parte del humedal, suelo propicio para las quemas ilegales en las islas, algo que preocupa a las autoridades y las mantiene en vilo. Pero este no es el único problema que genera. “Estamos viviendo un escenario que tiene algunos visos de parecido, en general, a lo ocurrido de 2020 a 2022”, advirtió el ingeniero Juan Borus, responsable del pronóstico hidrológico del INA, en diálogo con El Litoral. “Durante los últimos 20 años, la dependencia de los grandes ríos de la región se ha acentuado. Cuando hay carencia de agua el impacto es cada vez mayor”.
El Paraná
Para explicar todo este escenario de bajante del Paraná, el especialista repasó la situación de toda la región. La alta cuenca del río Paraná en Brasil “mostró este año una situación muy particular -dijo Borus-. En la mitad norte de la alta cuenca del Paraná están concentrados los embalses de generación hidroeléctrica, lo que genera una gran capacidad de regulación del paso del agua. Allí la regulación fue impresionante durante muchas semanas seguidas, con un promedio de 4.400 m² por segundo y tras algunas lluvias que se dieron a principios de agosto sobre la margen Este mejoró la situación y hoy está en un promedio de 5.200 m² por segundo. Es una pequeña mejora que no viene mal pero que se compensa con la falta de lluvias del sur de la cuenca, en la que no hay presas de embalse y se evidencia el corrimiento de la frontera agrícola, lo que genera que los extremos sean muy marcados, o sea que cuando cae una gota se nota en seguida en el río (por la falta de absorción del suelo) y cuando hay seca cuesta mucho saturar los suelos y generar excedentes que hagan crecer el río”.
Todo esto que ocurre en la alta cuenca del Paraná hace que el aporte en nuestra región desde la represa de Itaipú hacia abajo, en el tramo misionero-paraguayo del Paraná, “se mantenga desde hace bastante tiempo en la mitad del caudal normal que debería tener”, dijo Borus. “Se han producido algunas lluvias menores en la cuenca de aporte de Yaciretá. Eso permitió que se sostuviera el caudal durante varias semanas y que no descendiera a valores muy escasos”.
El Paraguay
A esta realidad se le debe sumar la del río Paraguay, que está viviendo “una situación muy parecida a la de 2021, cuando lamentablemente tuvo el nivel más bajo de su historia en 125 años de registros, con carencia de lluvias en el chaco paraguayo, en el Pantanal y más arriba -detalló el especialista-. Esto genera la actual tendencia descendente que lleva a que, por ejemplo, hoy se haya superado ese récord, a donde está por debajo de -0,75 m. Entonces todo el tramo inferior, en Clorinda, Bermejo, Las Palmas y Herradura, están en una condición extrema de aguas bajas”.
La consecuencia es que quedaron fuera de servicio las tomas de agua, como la de la ciudad de Formosa, “a donde hay un grave problema sanitario. Además este agua tiene mayor concentración de contaminantes y sedimentos”, apuntó Borus.
Además, “esta bajante produce una limitación muy fuerte en el calado del río que dificulta la navegación de los trenes de barcazas que no pueden atravesar pasos críticos”, dijo el especialista del INA, y anticipó que por ese motivo “ya se está discutiendo la posibilidad de dinamitar algunas zonas, como el Paso Castillo”, dijo. “Es un drama”, lo calificó.
En Santa Fe
En el tramo argentino, de Corrientes hacia abajo, la situación es de aguas bajas pero estable, con niveles oscilantes, gracias a las lluvias ocurridas en la cuenca misionera y en el embalse de Yaciretá. En Santa Fe y Paraná el río está hoy unos 70 centímetros por debajo del límite inferior de aguas medias. “O sea que está claramente en aguas bajas y continuaría así. En las próximas semanas continuaría el descenso en todo el litoral santafesino entre 50 y 70 centímetros más abajo que la medición actual (0,88 m)”, pronosticó Borus. “Si lo comparamos con los escenarios de los últimos tres años, la situación será similar a lo ocurrido en 2020 y 2022; y no como en 2021, cuando la situación se tornó dramática con un río mucho más bajo”.
Esto genera impactos, algunos más atenuados, como “la inestabilidad de los márgenes (derrumbe de barrancas). Con todo lo que pasó en aquella época (años anteriores) hay poco margen para que vuelva a ocurrir. Pero se repiten las limitaciones de calado a buques que navegan hacia los puertos y genera inconvenientes en el abastecimiento de agua que se utiliza para la refrigeración en zonas industriales, para consumo humano y para la fauna íctica, que está en jaque. A lo que se suman los incendios ilegales en las islas, porque las condiciones son propicias para ello”, enumeró el especialista.
En el delta del Paraná -aguas abajo de la ciudad- la situación es la misma. Aquí los problemas más graves son la captación de agua en islas, incendios y la navegación para el traslado fluvial. Y “esta situación no cambiaría hasta entrada la primavera”, pronosticó Borus.
-¿Qué tiene que pasar para que mejore?
-El río Paraná necesita que vuelva a llover sobre la zona de Posadas y 200 km. a la redonda, que es la región de respuesta hidrológica rápida, en la cuenca de Itaipú o en la cuenca baja del Iguazú.
El Iguazú
“La cuenca del río Iguazú se caracterizó siempre por tener crecidas simultáneas con la alta cuenca del río Uruguay. Eso en los últimos años no está ocurriendo”, advirtió Borus, “salvo por lo ocurrido en mayo, con las grandes crecidas que produjeron desastres en Río Grande Do Sul, las que provocaron algunas estibaciones en la cuenca del Iguazú, lo que generó un repunte ordinario. Hoy el Iguazú se mantiene oscilando por debajo del caudal promedio en las Cataratas del Iguazú, aunque sin caer en aguas bajas”.
El Uruguay
Por otra parte, el río Uruguay “es el que mejor viene en esta etapa de carencia de lluvias”, dice Borus. “Todavía se mantiene en aguas medias, tras la tres últimas grandes crecidas del año pasado y este. Desde entonces ha tenido una tendencia media gradual descendente que no llega a aguas bajas. Esto se prolongaría durante el resto del año. Así que el río Uruguay se mantendría lejos de lo que están viviendo las otras cuencas del Plata”, dijo el ingeniero.
Fuente: Nicolás Loyarte para El Litoral