Hace algo menos de cinco meses, para precisar el 1 de octubre del 2022, hice una columna que titulé “El Ocaso de los Dioses”. Haciendo referencia al enorme alemán Friedrich Nietzsche, para dar la imagen que para mí estaba dejando el exitoso Presidente José Néstor Vignatti. Citando una partecita del inolvidable escrito del célebre filósofo: “Y con esto vuelvo al mismo lugar del que partí: El origen de la tragedia fue mi primera inversión de todos los valores. De esta forma, yo, el maestro del último discípulo del filósofo Dionisio; yo, el maestro del eterno retorno, vuelvo a colocarme en el terreno del que brotan mi voluntad y mi poder”. Éste es el final de la incomparable obra.
Yo lo vi a Vignatti soportar algunas veces insultos de los hinchas, pero nunca reaccionar como lo hizo después de la derrota frente a Sarmiento. Desafiando a resolver la discusión de otra manera. Sacado. Fuera de sí. Claro, era el mismo, al que los que insultaban, el 4-6-21 les cantaban loas por la conquista.
Pero el tiempo, qué pasa inexorablemente para todos, hizo que el exitoso Presidente desnude algunas miserias: la falta de estar a la altura de una institución campeona en la Liga de los Campeones del Mundo, fue letal. Sabemos de las características personalistas de su estilo de conducción, esto puso en relieve la falta de organización en áreas sustanciales y claves para lograr mantener la imagen importante en el tiempo: “Es difícil llegar…pero mucho más difícil es mantenerse”. Y el Presidente, ya con el diario del lunes, en vez de decir cuando terminó de dar la Vuelta Olímpica “hasta aquí llegué”, hizo todo lo contrario: Persistió, insistió, pero sin cambiar nada, de un estilo vetusto, quedado en el tiempo. Yo, humildemente, desde mis tribunas decía, desde el más alto de los respetos, que han cambiado en los últimos tiempos los jugadores, sus representantes, la tecnología, las reglamentaciones…lo que ayer se solucionaba con una fórmula ahora ésta había quedado atrás y superada por otras más prácticas y seguras. Pero él, que un día me dijo, hace algunos años, que le había dicho a sus pares “Uds ya me conocen, si quieren que asuma tendrán que aceptar todas mis decisiones” (sic). Estaban en esa reunión Patricio Fleming, José Alonso, el Dr Rivero y Alicia Coronel. Me acompañaba el colega Eduardo Rodríguez.
Y así se escribe la historia última de Colón. No aceptando cambiar su conducta. Creer que su exitoso manejo es infalible. Con fórmulas, insisto, ya fuera de éste tiempo, claro está que para que estos errores no sean corregidos, tiene que contar con que todos sus pares practiquen “el Sí José”.