Si llegamos a casa con una "mala nota" no nos dejan salir el fin de semana; el equipo perdedor en la clase de educación física tiene que correr diez vueltas a la cancha; si te pasás un semáforo en rojo te comés una multa. Hace años que venimos de un modelo educativo basado en el castigo. El asunto es qué hay de trasfondo? Cuáles son los conceptos que aprendemos de manera inconsciente? Qué nos está motivando a hacer "las cosas bien"? Son esos motivos "saludables" para nosotros? En quiénes nos estamos transformando a partir de esto?.
Vivimos en una sociedad donde las leyes parecen estar diseñadas para castigar en vez de educar. Las normas deben servir a quienes formamos parte de esta sociedad para poder vivir en plenitud, en armonía, empujando el potencial de cada individuo y de las masas. Sin embargo, parece que hemos perdido el foco inicial de todo este asunto. Las reglas se ven limitadas a castigar y este hecho por sí solo no hace más que fomentar ambientes de ira, violencia y rencor. Todas estas emociones brotan de aquellas personas que no están comprendiendo las cosas como son, que se están limitando simplemente a "actuar bien" por miedo. Miedo a las represarias que tome el sistema en caso de no cumplir. Nuestra mente aprende entonces que debemos comportarnos de cierta manera solo porque sino será víctima de los castigos de sus padres, sus maestros, sus jefes, sus gobiernos. Que locura! todas estas premisas muy lejos están de promover personas realmente concientes. La gente se mueve por miedo y no por comprensión, no por la decisión real de cooperar con el bienestar personal y comunitario. Resulta necesario transformar estas prácticas hacia otras que inviten a las personas a entender lo que hacen, a discernir el valor de sus acciones, a concebir la conveniencia de sus actos. Si educamos con dolor solo generamos más dolor. Si educamos con conciencia creamos personas y comunidades que se sienten parte de esta. Eso conlleva a futuras decisiones más responsables y comprometidas, pero no desde el deber sino desde el querer. Empezar a hacer las cosas porque queremos y no porque debemos, ahí está el secreto. Eso nos transforma en sujetos coherentes que forman parte de un todo con el que colaboran y al mismo ese todo colabora con el individuo indefectiblemente.
Vayamos a un hecho concreto. En este ejemplo tenemos como protagonista a un niño de 11 años al cual se ha suspendido un par de días de sus entrenamientos de fútbol. El motivo: previamente este se había visto envuelto en una pelea menor donde profirió algunos insultos a compañeros y adversarios y posterior a eso se lo había descubierto mintiendo en algunas ocasiones a sus padres. Qué facil puede resultarnos a los adultos optar por el camino de la suspensión y del castigo tras el argumento de "que estos días le sirvan para reflexionar". Lo que resulta más interesante es que el niño va a reflexionar, seguramente, pero a partir de las referencias que la experiencia le ha conferido. En primer lugar va pensar que los mayores no lo comprenden, no lo dejan expresarse, nadie escucha los motivos que lo llevaron a actuar así. Porque motivos tiene. Por otra parte creerá que lo que él elige para su vida está errado y no sabe por qué, mucho menos vislumbra qué otro camino es posible. Eso repercute directamente sobre su valor personal, sobre su autoestima. Ni hablar si imagina qué sucedería si volviese a cometer el mismo "error", pues ahí es donde el miedo se fortalece. Como podemos observar, sus experiencias, sus elecciones son castigadas, sancionadas, condenadas. Pareciera que la experiencia de ciertas cosas está prohibida, pero tampoco se sabe muy bien por qué. Y qué importante resulta experimentar, para conocer, comprender, para desarrollar habilidades y herramientas. Sin experiencia no hay aprendizaje ni evolución, no hay comprensión, no hay conciencia. Quizás sería más saludable comenzar por no estigmatizar ni inhabilitar las experiencias de ningun individuo. Además invito a los adultos a recordar sus infancias y a volverse a poner en la piel de ese niño incomprendido que precisaba mentir porque de antemano sabía que sus conductas estaban invalidadas. Que horror! Pero ahora tenemos la oportunidad de ser los padres, los maestros, los adultos que hubiésemos deseado que fuesen con nosotros. Propongo crear más espacios de comunicación, de comprensión y por sobre todas las cosas de aceptación. Aceptar las elecciones del otro resulta fundamental porque está en nuestras bases, es un derecho que todo ser humano tiene, la libertad de elegir. Y a partir de ahí, con otra energía, con una predisposión de apertura, de escucha real, con un estado de bienestar emocional se puede lograr un ambiente donde compartir, guiar y crear juntos caminos alternativos. Además, tampoco es que los adultos tengamos las cosas demasiado claras, seamos sinceros. Estamos queriendo orientar a otros y nosotros tampoco sabemos muy bien para donde disparar. Quien no te dice, quizás ese espacio sea un ámbito de crecimiento y expansión para todos los involucrados, un ida y vuelta. Tengo certeza de eso.
Pero esto no se limita a la relación adultos y niños. Esos modelos de castigo aprendidos de pequeños nos han llevado a estructurar luego una sociedad que se mueve de la misma manera, siendo que no nos sentimos muy cómodos al respecto. Sin embargo continuamos funcionando así. Aquí la sugerencia es la misma, proponer nuevos espacios y métodos de convivencia que fomenten la auto – conciencia. Todo es un proceso, claro está. Podemos empezar hoy pensando alternativas más empáticas y constructivas desde el lugar que cada uno tiene, donde cada uno está. Así nacen las revoluciones humanas, desde la acción local pero con una mirada firme de expansión global. Qué podes empezar haciendo hoy?
Sea lo que sea que decidas, quiero que sepas que eso tiene mucho poder. Al fin y al cabo, la vida es experiencia y se construye siempre en el Hoy.
Abrazo de gol!
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