Si un fútbol está "verde" por los dólares pero a su vez florece, sin dudas es el brasilero. El último fichaje bomba de Arturo Vidal es el fiel reflejo de porqué estamos hablando de un Brasileirão cada vez más fuerte. Ahora, con el agregado de un éxodo masivo de futbolistas argentos que le dan respiro a la economía de esos clubes que sacan la sortija. En esa calesita de la fortuna, no sería nada raro que le toque a Colón y Eric Meza se suba al avioncito.
Es que desde el entorno del jugador reconocieron a Radio Gol que hay tres clubes interesados desde hace varias semanas: Santos, Gremio y Flamengo. "No vamos a decir nada, sólo que esperamos que formalicen".
Con 61 partidos, 23 años y 5 goles, Colón lo tiene firmado a Eric Meza hasta el mes de diciembre de 2024. En ese momento, cuando se renovó, Vignatti le puso una cláusula de salida de cinco millones de dólares "limpios".
Más allá del blindaje, la oferta que formalizaría uno de los tres interesados (sería el histórico Santos, un club tan especial en la historia de Colón) sería por un monto menor y por el 50 por ciento de la ficha. "En tres palos limpios, conversamos", deslizaron.
Desde siempre, a Eric Meza lo asesora alguien muy serio, correcto y de perfil bajo: Lea Varino, ya separado y sin relación alguna con su ex socio, el ítalo-argentino Gustavo Ghezzi. Además de Meza, Lea Varino tiene entre sus jugadores a Juan Ignacio Nardoni, el "5″ de Unión; y a Luis Vázquez, el "9″ de Boca.
Daría la impresión, sin copas internacionales a la vista y sin ingreso de Copa Argentina, en el marco de una campaña ni siquiera discreta en el campo local, que Colón "está necesitando hacer caja". Se sabe que fue un empresario, acercado por Vignatti, el que sacó los cientos de miles de billetes verdes para asegurar la llegada del colombiano Baldomero Perlazza.
Un reciente informe del diario Clarín explica que "hasta el momento, son 20 los futbolistas argentinos que se desempeñan en equipos que disputan el Brasileirão. Son casi el 25% de los 81 extranjeros que juegan en el torneo de los pentacampeones mundiales (los siguen los uruguayos -14- y los colombianos -13-). La cantidad puede sorprender a algunos, pero ese número se mantiene bastante constante desde hace una década, cuando las oportunidades para los compatriotas comenzaron a multiplicarse.
Además de esas dos decenas en la máxima categoría, hay otros cinco futbolistas en conjuntos de la Segunda División, que esta temporada cuenta con gigantes como Cruzeiro, Gremio y Vasco da Gama. Entre ellos están el entrerriano Walter Kannemann, bicampeón de la Copa Libertadores (con San Lorenzo y Gremio) y futbolista de Selección durante el ciclo de Lionel Scaloni, y el misionero Martín Benítez, campeón de la Sudamericana con Independiente en 2017″.
Por estas horas, el presidente de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, viajará a San Pablo para negociar con la dirigencia de Corinthians, encabezada por su par Duilio Monteiro Alves, la venta de Fausto Vera por una cifra que rondaría los 6 millones de dólares. Si bien también el Genk belga lo pretendía, el capitán del Bicho, uno de los jugadores de mejor rendimiento en la Liga Profesional, parece estar orientando la brújula hacia Brasil, un destino que en los últimos años se ha transformado en una opción muy tentadora para muchos futbolistas argentinos.
Vera no es el único que prepara el viaje hacia esas tierras. Banfield está negociando con San Pablo la venta por alrededor de 8 millones de dólares de Giuliano Galoppo, un jugador al que pretendieron Boca y River. Y Godoy Cruz ya empieza a despedirse de su capitán y figura, Martín Ojeda (9 goles y 10 asistencias en 2022), puesto que Botafogo está dispuesto a desembolsar 4,5 millones de dólares (más 800.000 por objetivos) por el 80% de su ficha.
Si se concretan estas transferencias, Vera, Galoppo y Ojeda engrosarán una corriente migratoria que se intensificó en los últimos dos meses. Palmeiras, el bicampeón de la Copa Libertadores, se llevó al correntino José Manuel López, la gran aparición de Lanús, y al uruguayo Miguel Merentiel, goleador de Defensa y Justicia en la pasada Copa de la Liga Profesional. Cristian Pavón, quien el 30 de junio terminó su vínculo con Boca, se sumó al Atlético Mineiro que dirige Antonio Mohamed y en el que se desempeñan Ignacio Fernández y Matías Zaracho. Fortaleza, penúltimo en el Brasileirão, se quedó con Emanuel Brítez, de Unión, y Red Bull Bragantino apostó por el joven Kevin Lomónaco, que apenas había sumado 19 partidos en Primera entre Platense y Lanús.
Los números evidencian que el mercado brasileño seduce a jóvenes como Lomónaco (tiene 20 años) y a experimentados como Silvio Romero (33); a futbolistas de equipos de segunda línea como Brítez (Unión) o Tomás Cuello (Atlético Tucumán) como a otros de los denominados “grandes” como Ignacio Fernández (River) o Matías Zaracho (Racing). Y también a algunos que lo eligieron para volver tras sus experiencias europeas como Emiliano Rigoni (San Pablo), Gabriel Mercado (Internacional) o Jonathan Calleri (San Pablo).
También para los entrenadores se han abierto las puertas con más facilidad. En un certamen en el que siete de los 20 técnicos son extranjeros, dos de ellos son argentinos: Antonio Mohamed, quien conduce a Atlético Mineiro, y Juan Pablo Vojvoda, quien dirige desde hace 15 meses a Fortaleza. En los últimos años también hicieron la experiencia, con más o menos éxito, Jorge Sampaoli (Santos y Atlético Mineiro), Ariel Holan (Santos), Hernán Crespo (San Pablo) y Eduardo Coudet (Internacional), además del uruguayo Alexander Medina, quien tuvo un fugaz paso por Internacional tras su labor en Talleres y antes de regresar a Vélez.
Al momento de buscar explicaciones, existen motivos deportivos que justifican esta tendencia. El Brasileirão, considerado por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) como la mejor liga del planeta en 2021, ha elevado notablemente su nivel y sus equipos están imponiendo su hegemonía en las últimas ediciones de los torneos continentales. En esta temporada, cinco conjuntos brasileños disputarán los cuartos de final de la Copa Libertadores y cuatro accedieron a esa misma instancia de la Sudamericana.
Pero tampoco puede ignorarse que los clubes de una de las 12 mayores economías del planeta (según datos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional) manejan presupuestos que funcionan como poderosos anzuelos. Parte del dinero proviene de la comercialización de derechos de transmisión, que cada institución puede negociar por su cuenta. Según un informe de la consultora Ernst & Young, los 20 participantes del Brasileirão generaron 330 millones de dólares por ese concepto en 2021.
Además hay gruesos aportes de empresas locales y de inversores extranjeros. Red Bull Bragantino es manejado por la firma austríaca de bebidas energizantes, Botafogo fue adquirido por el magnate estadounidense John Textor -también accionista del Olympique de Lyon y del Crystal Palace inglés- y el City Football Group (dueño de Manchester City, entre otros) estuvo negociando hace unos meses, aunque sin éxito, la compra de Atlético Mineiro. Ello no impide que las instituciones amasen quebrantos tanto o más aterradores que los de sus pares argentinas. San Pablo, por ejemplo, debe afrontar una deuda de 128 millones de dólares.
Más allá de eso, para los clubes argentinos no es sencillo competir en estos días con los billetes brasileños. Difícil les resulta retener a sus futbolistas. ¿Cuán factible era para Lanús rechazar los 10 millones de dólares que Palmeiras le ofreció por el 70% de la ficha de José López? Y también difícil les resulta pujar al momento de soñar con un refuerzo de calibre.
Hace algunas semanas, Boca se ilusionó con la contratación de Arturo Vidal. El chileno terminó firmando un contrato por 18 meses con Flamengo, que le abonará 3,6 millones de euros por sus servicios. “Una cosa es desear tenerlos y otra es que se les pueda pagar”, reconoció Juan Román Riquelme cuando le consultaron por las potenciales llegadas de Vidal y del uruguayo Edinson Cavani.
A esta nueva meca del fútbol continental se podrían subir Colón y Eric Meza, un "4″ argentino, santafesino, sabalero y que parece carioca. Un "4″ en modo brasilero que lo quieren en Brasil.