Vélez se presentó ante su gente en el José Amalfitani con la obligación de ganarle a Estudiantes y esperar un resultado ajeno para lograr la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. A pesar de las esperanzas en la última fecha del Grupo C, el Pincha no se mostró accesible, dado que la entidad platense tenía su objetivo en ser uno de los mejores punteros en el certamen continental para definir de local en los siguientes cruces del futuro.
En los primeros movimientos se observaron las necesidades de los protagonistas. Un error de Matías de los Santos le permitió a Alan Marinelli capturar una pelota por el sector derecho y enviar un punzante centro para la llegada de Carlo Lattanzio. Si bien el atacante logró improvisar una tijera desde el borde del área chica, los reflejos de Lucas Hoyos mantuvieron con vida al Fortín.
La respuesta local no tardó en llegar. A través de la vía aérea, el defensor uruguayo se elevó en la zona visitante y con un cabezazo exigió a Jerónimo Pourtau. Mientras tanto, en las plateas festejaban el gol de Nacional de Montevideo sobre Bragantino de Brasil, lo que le permitía al conjunto de Julio Vaccari mantener la ilusión de la victoria que le permita continuar en la competición internacional.
El entusiasmo velezano se encendió bajo el grito de la obsesión que representa la Copa Libertadores para el club. El cántico que bajaba de las populares significó una premonición a la intervención de Lucas Janson, quien con un toque de calidad definió entre las piernas del arquero y puso el 1 a 0 para el elenco local. En Villa Luro había fiesta.
Un segundo grito de Nacional llevó tranquilidad a Liniers. Desde ese momento todo dependía de los intérpretes del Fortín. Y la mínima ventaja parecía ser un oasis en ese desierto complejo que significó la fase de grupos. Por lo tanto, cuando la figura de la noche capitalizó la grosera falla de Bautista Kociubinski y volvió a tocar con delicadeza hacia la red el José Amalfitani explotó de felicidad. Con el 2 a 0, el panorama era perfecto para el dueño de casa.
En el complemento Vélez transformó el triunfo en goleada gracias a su capitán. El Oso Pratto fue el encargado de iniciar una acción, construir paredes y definir en el ángulo superior izquierdo de Pourtau. La obra maestra del ex River le puso el sello definitivo a la celebración porteña. La Pandilla bailaba al ritmo de sus intérpretes.
Para el cierre se dio el broche de oro. Otro regalito de la última línea de Estudiantes le permitió a Abiel Osorio concretar la cuarta conquista para que se bajara el telón a toda orquesta. Vélez revivió sus mejores épocas en la Copa Libertadores y se entusiasma con volver a pisar fuerte en el continente. Goleadas en Liniers y en Uruguay (porque Nacional completó su triunfo por 3 a 0) le dieron al combinado de Julio Vaccari la posibilidad de acceder a la siguiente instancia junto al Pincha. El Fortín recuperó la memoria.
Fuente: INFOBAE
