Amalia Granata debió recurrir a una nueva alquimia electoral para poder ser candidata a convencional constituyente en Santa Fe. La diputada provincial firmó un acuerdo junto a sectores evangélicos, el Partido Libertario y la Coalición Cívica-ARI, el partido de Elisa Carrió. Logró así sortear la trampa que le tendió La Libertad Avanza que le arrebató el sello de José Bonacci.
Como contó Letra P, el alma máter de UNITE, siempre dispuesto a ofrecer su sello, cerró un acuerdo con el armado libertario sepultando la posibilidad de que la diputada provincial lo utilice. Las conversaciones se dieron inclusive esta semana, aunque en las últimas horas la comunicación tuvo un freno, con la cosa ya juzgada.
En un posteo en redes sociales, la propia Granata confirmó el acuerdo, destacando que "competirá en las próximas elecciones a convencionales constituyentes, jefes comunales y concejales e intendentes". Con el tono crítico que viene utilizando, sostuvo que "la reforma constitucional solo busca alimentar los privilegios de los políticos y los deseos de poder eterno y sin límites de Pullaro", insistió en la eliminación del Senado provincial y ya puso la elección en modo grieta. "Se va a tratar de si convalidamos un modelo que ponga el foco en el Estado como controlador absoluto de la economía y el progreso de los santafesinos o si liberamos las fuerzas productivas para que cada ciudadano pueda crecer y desarrollarse según su mérito y sacrificio", agrega el texto.
El nuevo espacio de Amalia Granata
En ese marco se gestó una nueva configuración de Somos Vida, que buscó otra salida en su intento de ensanchar caudal electoral, pero también de tener paraguas legal para competir: Somos Vida y Libertad es el nombre elegido, agregándole la impronta libertaria. Sumó a la mesa al partido Inspirar, referenciado en el evangélico Juan Argañaraz, a la Unión Celeste y Blanco, de José Petrocelli, el Partido Libertario -aunque sin el sello-, con Silvia Malfesi, y nada menos que a la Coalición Cívica-ARI, el histórico partido fundado por Elisa Carrió y que tiene en Santa Fe a Lucila Lehmann como su autoridad máxima.
Además de llevar adelante negociaciones ella misma, su marido Leonardo Squarzon y laderos como Emiliano Peralta en el centro-norte y María Luján Rodríguez hacia el otro sector de la bota diagraman la alquimia electoral previa al cierre de listas. La incógnita está puesta en cómo logrará territorialidad ante la intención de presentar listas locales, como sucederá en Rosario, más allá de la gran batalla dispuesta en la elección de convencionales, donde la propia Granata estaría secundada de nombres como los de Argañaraz, Malfesi, Peralta y Alicia Azanza, aunque hay una semana para mayores definiciones.
La reunión con Carrió y la génesis del armado
Sabiendo de la potencia electoral demostrada en los últimos años, Granata buscó traer a su mesa a distintos actores críticos del oficialismo provincial. Inclusive caminó por territorio peronista desencantado de la actual conducción del PJ, sintetizado en el nombre de Marcelo Lewandowski.
En tanto, recompuso con Argañaraz, ferviente militante pro-vida y que había roto su vínculo con la mediática diputada provincial y, sorpresivamente para muchos, sumó a la Coalición Cívica. De hecho, en un enero más que movido para la política santafesina, la propia Granata se encontró con Carrió para avanzar en un acuerdo que finalmente se cristalizó, aunque aún no da demasiadas pistas en su alcance electoral, más allá de candidaturas en departamentos como General López, de donde es oriunda Lehmann.
Bajo la figura de Lehmann, reconocen en el entorno de Granata, hay inclusive más coincidencias que con la propia Lilita. “Tiene una visión más cercana, Carrió tiene una mirada más social-demócrata”, añaden en las filas de la diputada. Tampoco pasan por alto las últimas declaraciones, carta mediante, contra el presidente Javier Milei. "Son cosas que dice ella", es la lacónica respuesta
Fuente: Letra P