Todo gerente de multinacional que haya invertido en la Argentina y no pudo sacar dólares por utilidades -el cepo aún lo limita- esperará que le giren ese dinero antes de pedir a sus accionistas; pero la Argentina necesita del FMI para consolidar reservas y enfrentar esa demanda. Pero el Fondo exige levantar el cepo antes de un nuevo acuerdo que postergue vencimientos y desembolse fondos para despejar la incertidumbre financiera del país.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó el inicio de negociaciones formales con Argentina para un nuevo programa financiero que reemplace el actual de Facilidades Extendidas que vence a fin de año. La vocera del organismo multilateral, Julie Kozack, ha reconocido desde Washington que la economía de Javier MIlei alcanzó "logros impresionantes", incluso por encima de las pautas del entendimiento que se cierra, excepto en reservas del BCRA.
Las reservas del Banco Central acumulan más de US$32 mil millones (+US$1.500 sólo en diciembre), pero vale la pena recordar que en los cálculos del Fondo sólo cuentan las reservas internacionales netas, es decir el "cash" disponible para calmar cualquier alteración del mercado financiero: los bancos que tienen letras que pueden convertir en pesos para ir al dólar y los precios, más los inversores de bonos que renuevan -o no- sus acreencias según la confianza en el gobierno.
Con el riesgo país rondando los 670 puntos, el programa de Luis Caputo viene ganando horizontes. Pero necesita algo más; el presidente Javier Milei -en una entrevista a The Wall Street Journal- dijo que confía en conseguir el apoyo de Donald Trump, incluso para un acuerdo de libre comercio.
El propio ministro de Economía ha señalado "un acuerdo con el Fondo debiera venir con una inyección de plata para recapitalizar el Banco Central, que recibimos con US$ 12.000 millones de reservas negativas".
¿Más deuda?
El economista Juan Carlos De Pablo viene señalando que el respaldo del FMI es necesario, pero es mejor si no se toman fondos. El programa financiero del gobierno central viene dando señales de poder renegociar la deuda voluntaria del mercado sin necesidad de nuevos desembolsos; en la sana contabilidad fiscal es recomendable; a los ojos avaros de los financistas, si hay garantías, es mejor.
El nuevo programa es indispensable en primer término para el organismo que preside Kristalina Georgieva. No puede permitir pasar a "incobrable" los US$41.546 millones que se deben del stand by que firmó Macri en 2018, renegociado en 2022, bajo términos y promesas que Sergio Massa nunca cumplió.
Para los entusiastas del maniqueísmo ideologizado, siempre es bueno recordar que "en el undécimo mes del año 2024, el stock de deuda bruta ascendió a un monto total (deuda en pesos más deuda en dólares) equivalente a US$464.258 millones". Culpabilizar a Macri es un dato que -para igualar la vara- exige medir de dónde y a qué costo salió el resto, porque en todo caso el crédito del FMI es el más barato y -sobre todo- casi no se ha pagado.
Peso fuerte, punto débil
Caputo buscará renovar la deuda con el Fondo a menor tasa y mayor plazo, apalancado en la baja del riesgo país. El ministro no adelantó detalles, pero reconoció que están por entrar al país US$11.900 millones de dólares, en planes plurianuales en el marco del RIGI, que a su vez apalancarían exportaciones (Vaca Muerta y la minería son las prioridades) y mantendrían fortalecido al peso argentino.
Ese es precisamente el punto débil del camino hacia 2025. Un "shock externo" o un "cisne negro" pueden complicar los planes. No es un escenario improbable, por el contrario. La devaluación de Brasil y la baja del precio de los commodities son una acechanza inminente.