La fuerza de los interrogantes, que aplicarían a cualquier mandatario electo, cobran especial preponderancia en su caso, dada la radicalidad de la propuesta y la exhibición de un ideario que, en muchos aspectos, va a contrapelo de lo que parecían ser consensos básicos en la democracia argentina. Fundamentalmente, dolarización, gestión de la educación y la salud públicas, rol del Estado. Pero también, la puesta en duda de que durante la dictadura militar haya existido un plan sistemático de violación de los derechos humanos; punto de vista que parecía relegado a segmentos minoritarios y recalcitrantes de la comunidad.
¿Cuál será el contenido específico del plan de gobierno de Milei, atendiendo a que la mayor parte de sus polémicas propuestas fueron desmentidas, o derivadas a una vaga “tercera fase”? ¿Que hay de los vouchers, del ajuste sobre “la casta”, las relaciones internacionales, la venta de órganos, la libre portación de armas, la causa Malvinas, las tarifas de los servicios públicos, la coparticipación? ¿Cuando se revele finalmente el nombre del futuro ministro de Economía se sabrá cuál va a ser el confirmado plan de hipotética dolarización, o aún habrá que esperar a que haya condiciones para financiarlo?.
Milei deberá concretar y clarificar las propuestas, no sólo para poder trazar un curso de acción que le permita aplicarlas con un Congreso dividido, con los gremios y movimiento sociales en su contra, y con una grieta que seguirá tan abierta como ahora, montada en un miedo que no es solo producto de una campaña “sucia”, sino de una genuina y razonable inquietud.
La Libertad Avanza cuenta con ocho senadores nacionales, 38 diputados y ningún gobernador. En las provincias, Juntos por el Cambio manda en 10 distritos, el PJ en 9 y fuerzas provinciales en los cuatro restantes. En cuanto al Congreso, la relación de fuerzas quedará establecida una vez decantados los procesos de rupturas y realineamientos que se abren a partir de este mismo domingo. Por otra parte, el categórico respaldo popular habilita, hasta cierto punto, el ejercicio de un mandato fuertemente referendario, condición con la que el presidente electo espera disuadir o condicionar a la oposición política y parlamentaria.
Esas tensiones son las que atravesará, más temprano que tarde, el incipiente gobierno de Javier Milei. Y son las que, después de la primera y firme respuesta sobre el futuro del país producida en las urnas, habilitan todavía muchos más interrogantes que aún no la tienen.