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jueves, 21 noviembre 2024

Joel Sclavi: la foto que le cambió la vida y el try que empujó a Los Pumas a semis del Mundial

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Le dicen el “Toro” y con esa fuerza pudo llegar a la anotación que abrió el camino hacia la tercera vez del equipo nacional entre los mejores ocho del mundo. Su historia es imperdible.

“¿Qué hago acá?” La pregunta rebotó en su cabeza varias veces a lo largo de su vida. Le pasó en los comienzos. También estando lejos de su casa, y sin sentirse del todo cómodo. Pero como siempre en el rugby, fue para adelante pese a las dudas. Y de esos momentos difíciles sacó fuerzas para avanzar. Su progreso fue tal que Joel Sclavi no solo fue convocado a su primer Mundial con Los Pumas, sino que marcó el try que empujó al equipo a su tercera semifinal en la historia.

Año 2010. Joel tenía 16 años. Medía 1,85 y pesaba 140 kilos. Una verdadera mole… que jugaba de lateral izquierdo al fútbol. Hasta que su profesor de matemáticas lo convenció: “Vos tenés que jugar al rugby”. Sin tradición en la familia por la ovalada, se acercó al Pueyrredón Rugby Club de Mar del Plata.

Puey sería el club de sus amores, pese a los primeros interrogantes. “¿Qué hago acá?”, cuentan los que lo conocen que se preguntaba después de tanto ejercicio físico y con pelota.


En Menores de 17 se dio su primera alegría, cuando fue campeón de esa categoría. Y al poco tempo llegó lo inevitable: el debut en Primera. “Es que era enorme. En Mar del Plata no había ningún pilar como él”, cuenta Sebastián Bertero. La historia le guardará un lugar especial a Sebastián, cuyo hermano era compañero del Toro (su apodo no podía ser otro) y a quien vio jugar desde chico.

En 2015, Bertero jugaba de manera semi profesional en el Gernika, un club de la División de Honor de España. Un día le llegó un mensaje: “Si sabés de algún club que busque un pilar avisame, me gustaría hacer la prueba”. Era Sclavi. Su vida ya no sería la misma.

“Justo en Gernika nos faltaba un pilar -revive Bertero-. Le hablé a mi entrenador de él, pero no tenía manera de que conociera a Joel. No teníamos videos suyos jugando. Y me tiré el lance: le mostré una foto suya en pleno partido. El tipo abrió los ojos. No podía creer el tamaño que tenía con 21 años. Y me dijo que sí, que viajara a España a probarse”.

Bertero y Sclavi, compañeros en Europa.

Bertero y Sclavi, compañeros en Europa.

La llegada de Sclavi al País Vasco fue su puerta a una nueva aventura. “Teníamos una mochila cada uno y no mucho más. Lo que el club nos pagaba nos alcanzaba para sobrevivir con lo justo. En Mar del Plata instalaba cámaras de seguridad y el trabajo no le dejaba tiempo para ponerse bien físicamente. Pero en España el Toro pudo dedicarse 100% a convertir sus 144 kilos en masa muscular y se puso imparable. Tenía físico de jugador internacional”, recuerda Bertero.

Una temporada después, llegó la oportunidad de pasar al Pau, un equipo del Top 14 de Francia. En ese equipo, el entrenador de scrum era el argentino Andrés Bordoy, a quien contactaron a través de conocidos para lograr una prueba para Joel. Bordoy quedó impresionado y Sclavi pasó al más alto nivel francés.

De instalar cámaras de seguridad en Mar del Plata a tener un contrato semi profesional en España, y de ahí a la elite del rugby europeo en Francia.

Como era joven, el Toro empezó jugando en el equipo de Menores de 23 del Pau. De a poco se fue adaptando hasta que le tocó debutar en la Primera. Pero con apenas un par de partidos en la temporada, decidió dar un paso atrás para mejorar en su juego.

Cuando todos pensaban que lo de Sclavi era un retroceso, él demostró que fue todo lo contrario. Porque del Pau se fue a jugar al Soyaux Angouleme, del Pro D2 (la segunda división francesa). En categorías significaba bajar. Pero en minutos, aprendizaje y experiencia, todo fue ganancia.

Otra vez los fantasmas del “¿qué hago acá?” rodaron su cabeza. Al comienzo, las sesiones de scrum eran muy largas e intensas, y no le encontraba la vuelta. Pero nuevamente apretó los dientes, resistió y le sacó mucho jugo a esos dos años en el ascenso galo.

El Toro mejoró en el scrum, se puso enorme físicamente y hasta perfeccionó la chance de jugar tanto de pilar derecho -su posición natural- como de izquierdo, algo poco frecuente pero muy importante. Incluso aprendió el idioma.

Para 2020, Sclavi era buscado por varios clubes importantes. Pasó al Agen, lo que significó su regreso al Top 14 francés. Pero no alcanzó siquiera a debutar cuando recibió el llamado de alguien conocido: Andrés Bordoy le ofrecía venir a la Argentina para ser parte de Jaguares, la franquicia nacional que competía en el Super Rugby. Y el Toro hizo las valijas.

Disputó seis partidos en el máximo torneo del Hemisferio Sur antes que el coronavirus y la pandemia pausaran la vida de todo el planeta. Pero no se sentía cómodo, estaba en otro ritmo. Durante el encierro, Joel la tuvo complicada. Pese a tener contrato con la Unión Argentina de Rugby se sintió atrapado (como todos), empezó a preocuparse por su carrera y hasta descuidó los entrenamientos desde su casa.

Pero el marplatense reseteó todo para 2021 y tuvo una destacada campaña para Jaguares XV, equipo con el que ganó la Súper Liga Americana de Rugby. Eso le valió la revancha. La vuelta a Europa. Esta vez a La Rochelle, un equipo top del continente.

Los últimos dos años fueron de ensueño para el Toro. Se asentó entre los titulares en La Rochelle, se convirtió en pieza clave en su equipo y ganó dos veces el campeonato de Europa.

Sin embargo los últimos dos años fueron de ensueño para el Toro. Se asentó entre los titulares en La Rochelle, se convirtió en pieza clave en su equipo y ganó dos veces el campeonato de Europa.

Además, le tocó debutar en Los Pumas. Ser el argentino número 882 que sale a una cancha a jugar con la celeste y blanca. Representando a su club (al que lleva a todos lados en una bandera), a sus amigos, a su familia, a su país.

De instalar cámaras de seguridad a ser bicampeón de rugby de Europa y a la historia misma de Los Pumas en su primer Mundial de rugby con un try que no se olvidará y puso al equipo nacional en la tercera semifinal de su historia. Finalmente, Joel encontró la respuesta a todos esos “¿qué hago acá?”.

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